Un voto vergonzoso

David Barguil, presidente del Partido Conservador, envió esta semana una carta a la Canciller exigiendo la emisión de una nota de protesta por el ingreso de un grupo de guardias nacionales venezolanos a territorio nacional. Barguil, que es joven pero también sagaz y valiente, no ha temido enfrentarse a la jauría presidencial y a sus enmermelados parlamentarios, y además les ha ganado, como prueba entre otros hechos, su dirección del Partido, a la que se opusieron con puños, mordiscos y zancadillas desde la Casa de Nariño.

Ahora también se anotó un punto. Hasta la carta, el Gobierno colombiano se había limitado al silencio y a enviar de vuelta a casa, sin más, a los guardias chavistas. La Guardia, además de ser uno de los martillos del gobierno socialista contra los opositores, tiene tareas de seguridad fronteriza. Pero no hay justificación posible para su ingreso a Colombia y su paseo por la zona de frontera, en camioneta cuatro por cuatro, y armados hasta los dientes. ¿Qué hacían los guardias acá? ¿Tareas de inteligencia? ¿Medir la respuesta de la fuerza pública colombiana? ¿Dar protección a algún capo de las Farc que tenía que regresar por un tiempo a territorio colombiano? Está fuera de toda duda la complicidad de la Guardia con la presencia de la guerrilla en Venezuela. ¿Negociaban con coca? Así como hay un cartel de los soles, integrado por oficiales del más alto rango de la fuerza armada venezolana, hay uno de los comisarios, miembros de la Guardia. Cualquiera de las explicaciones es mala. Pero es aun peor que no tengamos la respuesta y que el Gobierno no haga nada para obtenerla.

Al menos Barguil consiguió que el Gobierno enviara una nota de protesta, aunque no conocemos sus términos. Serán muy suaves, eso es seguro, porque el Gobierno está hipotecado a Maduro, como lo estuvo a Chávez, el "nuevo mejor amigo", por cuenta del diálogo con las Farc. En lugar de exigirle al chavismo que cese su apoyo a las Farc y su expulsión de territorio venezolano, lo que sí sería un verdadero aporte a la paz, decidió nombrarlo facilitador del proceso. En ese momento perdió toda independencia frente al chavismo y, de paso, toda dignidad.

De ahí la entrega de Walid Makled, el narco que lo sabía todo sobre los carteles venezolanos de narcotráfico y su vínculo con el gobierno chavista; de ahí el silencio ante la presencia de "Timochenko" y compañía en su territorio; de ahí el nombramiento de Samper (a quien Santos intentó defenestrar durante el 8.000 y hoy no tiene reparo en reencauchar) en la dirección de Unasur, y de ahí también el vergonzoso voto de Colombia por Venezuela en su elección en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Más allá de que Venezuela incumple sistemáticamente las recomendaciones de los órganos de la ONU y no ha hecho otra cosa que proteger a los terroristas colombianos y minar el sistema democrático en el Continente, ese es un voto peligrosísimo por la cercanía de Maduro con el gobierno de Ortega en Nicaragua, en las condiciones actuales de cumplimiento del fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre aguas marinas y submarinas.

Por cierto, el chavismo, que sigue en la persecución de sus contradictores y en su política de silenciar los medios de comunicación independientes, está próximo a conseguir el cierre de Tal Cual, el periódico que dirige Teodoro Petkoff. Aunque Petkoff no es un hombre de derecha, su carácter de demócrata integral le ha merecido el odio visceral del chavismo. Toda nuestra solidaridad con Teodoro y los hermanos venezolanos perseguidos por el Socialismo del Siglo XXI. No olvidamos a Leopoldo López.

ArtBo, la feria de arte de Bogotá, cumple diez años. Después de dejar atrás los dolores de crecimiento, se muestra espléndida. Este año, con el programa de "referentes" y un formidable arte Cámara, ha merecido el aplauso de curadores, críticos y coleccionistas nacionales y extranjeros. Es ya un referente en América Latina.

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