Una cruenta política de reclutamiento

En septiembre de 2013 la Fiscalía elaboró un detallado informe sobre cómo la guerrilla utilizaba a menores de edad para perpetrar decenas de delitos.

Innumerables hallazgos de la Fuerza Pública y de la Fiscalía sobre diarios secretos de las Farc, volantes de resistencia que circulaban de mano en mano entre la manigua, manuales para adoctrinar milicianos y protocolos de la guerrilla dejaron al descubierto la aberrante política de reclutamiento de niños para la guerra. Una constante que les permitió a las autoridades documentar 3.000 casos de menores desmovilizados de las filas subversivas en la última década. El 59% de los infantes desvinculados del conflicto corresponden a las Farc. Y, en tiempos de diálogos y referendos en ciernes, con la Corte Penal Internacional vigilante, la justicia apura sus cuentas para redondear las cifras de este crimen de lesa humanidad.

Se trata de un informe de 60 páginas elaborado por la Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía en 2013, en el que se condensan las directrices de las Farc para enlistar a niños en su organización. En la séptima conferencia de la guerrilla se deja constancia que cada frente tendrá comisiones de reclutamiento que “con estricto tacto” deberán escoger candidatos a partir de los 15 años, que previamente pasaron un trabajo de adoctrinamiento. En el denominado ‘Diario resistencia de Marquetalia’ las Farc señalaron lo siguiente: “Los jóvenes de 10 años en adelante pueden hacer tareas propias de su edad, como la organización de la juventud revolucionaria. Un muchacho educado en la escuela de las luchas armadas revolucionarias es casi seguramente un buen guerrillero”.

En ese mismo documento se recalcó: “Aquí en Marquetalia hay muchos guerrilleros que son peposos, que no temen en nada a los chulos y que dominan la táctica guerrillera a la maravilla. Desde niños han peleado contra nuestro enemigo”. La Fiscalía también halló un archivo magnético titulado “Estatuto milicias”, que establece que para ingresar a esta célula de las Farc es requisito tener una edad superior a los 16 años y menor de 30. Y se encontró otro documento sobre los estatutos del Partido Comunista Clandestino Colombiano (PC3), en donde “las Farc registran los principios” para ingresar “así como los deberes y derechos de los militantes”. Allí se dice que los mayores de 15 años pueden acceder. Todo lo cual prueba que había una política para que los menores de edad pudieran no sólo terciarse un fusil al hombro, sino oficiar como colaboradores en áreas urbanas de la organización ilegal.

Pero quizá la prueba más escabrosa de esta política de reclutamiento se encuentre en una cartilla decomisada durante una operación militar titulada “Club pioneros, el castillo Meta: guía para el trabajo de los clubes infantiles bolivarianos”. En la página cuatro se lee: “El objetivo de los clubes infantiles bolivarianos es ayudar a la educación, orientación y formación de la infancia. Despertar su creatividad hacia el bien común para que desde temprana edad sea un luchador por los cambios sociales convirtiéndose en un revolucionario”. Y en la página cinco se añade: “Pueden ser pioneros los niños de 5 a 12 años”. Según advierte la propia cartilla, cada frente deberá adoctrinar a esos niños en las lógicas de la guerra “para venderles los ideales afines a las Farc, considerando como pioneros a los infantes bolivarianos”.

Al cruzar estadísticas con otras entidades del Estado la Fiscalía estableció que de 5.075 menores desvinculados del conflicto, 3.000 pertenecían a las Farc, 1.054 a las autodefensas, 753 al Eln, 144 a bandas criminales y 31 al Epl. El informe de Justicia y Paz se concentró en la política de reclutamiento de las Farc para concluir que en 31 de los 32 departamentos de Colombia esta organización ilegal sumó niños a sus filas. Sólo se salvó San Andrés. El departamento con mayor incidencia de reclutamiento fue Antioquia, a través del bloque Noroccidental, con 340 menores enlistados. Del bloque Sur se desmovilizaron 332 niños; del bloque Oriental, 279; del Comando Conjunto Central, 239, y del Comando Conjunto de Occidente, con sede en Cauca, 210. Eso para poner algunos números apenas.

Para la Fiscalía, que basó su estudio entre 1992 y 2012, hay una continuidad y una sistematicidad en la política de reclutamiento de menores por parte de las Farc. Con un inconveniente mayúsculo a la hora de reconstruir memoria y documentar expedientes sólidos sobre este fenómeno: “1.637 de los menores desvinculados no registran año de reclutamiento”. El informe advierte que entre 2002 y 2007 el reclutamiento se disparó en las filas subversivas al pasar de 22 menores por año a 213 en ese mismo lapso. Antioquia, Meta, Cundinamarca, Bogotá, Guaviare y Arauca concentraron la mayoría de entregas de armas de adolescentes. El detallado reporte revela que a pesar de que hay 3.000 casos de menores desvinculados de las Farc, sólo se ha podido recaudar información precisa de 1.364. Las regiones de Caquetá, Antioquia y Tolima fueron de donde más niños arrastró la guerra. En el 31% de los casos el adolescente que dejó las armas era mujer.

Se ha podido establecer que desde 1988 se cuentan registros de adolescentes que abandonaron la organización guerrillera. Un dato clave para la justicia de probar la sistematicidad del delito de reclutamiento de menores. Llama la atención que entre 1999 y 2002, tiempo en el cual se desarrollaron los diálogos de paz en el Caguán con las Farc, “se presentaron los incrementos más significativos” de ingreso de menores a la guerrilla. De los 1.364 casos plenamente establecidos que se le endilgan a la organización que hoy negocia en La Habana (Cuba), 932 menores son hombres. El reporte de Justicia y Paz trae una estadística inquietante: el 51% de los niños ingresaron aparentemente de manera voluntaria a las Farc, el 25% fueron forzados, el 10%, llevados a la selva mediante engaños y el 14% restante no tienen registros. “Se encontró que las Farc explotan principalmente el factor económico para convencer a los menores de unirse al grupo”.

Según las estadísticas, del universo de 1.364 menores de las Farc, 569 de ellos no explicaron el motivo de su pertenencia, 175 lo hicieron por plata, 133 por amenazas, 94 por problemas familiares, 86 por desempleo, 43 porque fueron obligados, 35 por afición a las armas, 27 por gusto, 22 por falsas promesas, 15 porque estaban aburridos, 9 por amistad o enamoramiento y otros 6 por curiosidad. La actividad desarrollada por los menores reclutados fue diversa, hallándose que la principal fue la de combatiente, seguido por el oficio de miliciano bolivariano, en tercer lugar miliciano y de ahí para abajo el manejo de explosivos, la vigilancia de secuestrados, el tráfico de armas y el asesinato. En total, 489 menores fueron combatientes, 126 usados para recaudar dinero, a 74 los volvieron explosivistas, 65 adolescentes negociaron armas, 47 se encargaron de los plagiados y 26 mataron.

Al revisar el nivel de escolaridad de los reclutados se lee que 775 no pasaban de quinto de primaria, que sólo 4 habían terminado su bachillerato y 76 eran analfabetas. Los departamentos en donde más fueron reclutados niños indígenas fueron Vaupés, Cauca y Putumayo. En total se registraron 48 casos. La etnia nasa fue de la que más infantes se llevaron las Farc. De ahí que la Fiscalía concluya que “las Farc explotan todos los factores y las condiciones existentes en las zonas donde tienen presencia para cumplir con el objetivo de mantener un número mínimo de integrantes”. Al concentrarse en los 349 casos de reclutamiento del bloque Oriental, la Fiscalía determinó que los frentes Jacobo Arenas y Manuel Cepeda Vargas aportaron las cifras más altas de niños en sus filas.

Los hallazgos de este delito de lesa humanidad en el bloque Oriental fueron impresionantes. Por ejemplo, 115 tenían entre 15 y 17 años, 144 tenían entre 11 y 14 años, y se registraron 8 casos de niños menores de 10 años. Uno de ellos había sido reclutado desde su nacimiento. “El tiempo de permanencia de los menores oscila entre 1 y 3 años. Se observa que la cantidad de menores desvinculados es inversamente proporcional al tiempo de permanencia, o sea que entre más tiempo permanezca un menor en el grupo es poco probable que se desvincule”, resalta el informe de Justicia y Paz. En concreto, tan sólo se documentó el caso de un niño que estuvo 14 años en las Farc, tres que estuvieron por más de 8 años y 19 casos de adolescentes que promediaron los 5 años.

Los testimonios de niños recogidos por la Fiscalía estremecen. Alexánder relató que estuvo en el frente Décimo de las Farc porque llegó la guerrilla y le propuso que se fuera con ellos a un curso de 10 días, pero duró años. Diana, de 17 años, nacida en Mesetas (Meta), contó que apenas tenía quinto de primaria cuando a su caserío llegó el comandante Irson y que se fue a la selva porque quería vivir el mismo estilo de vida de los jefes guerrilleros. Pronto se dio cuenta de que no iba a ser así e intentó fugarse varias veces. La primera vez capturada y reprendida; la segunda fue llevada a un consejo que le impuso como pena 300 viajes de leña, cavar 15 huecos para basura, reescribir 60 páginas del reglamento de las Farc y abrir 35 metros de trinchera con pozos para tiradores. Finalmente, pudo entregarse al Ejército.

Uno de los mayores obstáculos para firmar la paz con las Farc en La Habana, además de las incontables salvajadas perpetradas por ese grupo en medio siglo de conflicto, es el reclutamiento de menores. La Corte Penal Internacional está muy pendiente de lo que se resuelva en especial en este campo. Por lo pronto, esta radiografía le pone números, testimonios y evidencias de una política guerrillera que se ha mantenido, al menos, los últimos 25 años.

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