El régimen Venezolano fracasó, se encuentra atado al cuello con la piedra de molino del socialismo del siglo XXI, lo aplasta el colapso de sus políticas económicas y el divorcio con un pueblo que no participa más de sus engaños y mentiras, se sostienen a punta de represión, de amenazas contra todos quienes se atrevan a disentir de sus políticas, que son de persecución y masacres, contra un pueblo que marcha exigiendo respeto a la constitución y las leyes.

En el capítulo III de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Artículo 328, señala: La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, en el cumplimiento de sus funciones está al servicio exclusivo de la Nación, y en ningún caso al de personas o parcialidad política alguna. Lamentablemente esto no se cumple, el país es víctima de los garantes de la ley.

Maduro representa el espectáculo más vergonzoso de la historia de Venezuela, la realidad le revienta ante sus ojos y él se distrae bailando o ablando con animales, no le importa la escasez de medicinas y alimentos, ni los ciudadanos que viven hurgando en la basura para poder subsistir, ni el deterioro de las escuelas y hospitales, ni las fallas del suministro eléctrico y del agua potable. El caos social es total, tenemos menos derechos, menos garantías y somos más pobres.

Por culpa de esta tonta revolución, nuestra vida se ha transformado en un combate cuerpo a cuerpo, minuto a minuto, contra la adversidad económica, la inseguridad personal, el esfuerzo abastecedor y la falta de oportunidades. Ahora pretende engañarnos con una constituyente fraudulenta, montando una comparsa malvada para ponerle punto final a nuestra Democracia, pero esta agresión no pasará, porque el pueblo en las calles será superior a sus dirigentes, superior a sus gobernantes y superior a los terroristas vestidos de verde oliva, que se infiltraron en nuestras Fuerzas Armadas.