Unidad, alianzas, partido y elecciones

Surtida la Convención del UCD aparecen en la perspectiva inmediata y en el mediano plazo varios asuntos que debemos abocar con disciplina, rigor político y sobre todo con visión estratégica. Hay que encender las luces altas para iluminar bien el camino.

Primero que todo se requiere propiciar un amplio espacio de confianza que permita en corto tiempo fortalecer la unidad interna del UCD. Se hace necesario adoptar unos criterios de organización de la campaña presidencial que hagan claridad sobre la inclusión y participación de todos los sectores que se reflejaron en la Convención Nacional. Constituiría una grave equivocación que prevaleciera el espíritu de grupo y no se abrieran las puertas a todas las vertientes que hoy conforman el UCD.

La Convención otorgó poderes al Presidente Uribe para dirigir la política de alianzas. El espectro de potenciales aliados es amplio: 1) las bases y un grupo de parlamentarios del partido de la U, de quienes se espera lideren un proceso de ruptura con las aspiraciones reeleccionistas de las fracasadas políticas de Juan Manuel Santos, 2) el Partido Conservador que se debate entre la dulzura de la mermelada y un amplio sector que se siente atraído por el liderazgo fuerte de Álvaro Uribe, 3) los cristianos que en un alto porcentaje ya se integraron haciendo parte de las listas de Cámara y Senado, 4) la recién transformada Opción Ciudadana que cuenta con cerca de una veintena de parlamentarios, 5) las bases decepcionadas de los demás movimientos y partidos políticos, 6) la inmensa mayoría de ciudadanos desencantados con la traición, por parte del gobierno, de las políticas Uribistas.

Una gran alianza de futuro, con esta pluralidad política y social, edificada sobre aspectos fundamentales a desarrollar en los próximos años es prenda de garantía para una ciudadanía que se encuentra en el límite de la desesperanza y la desconfianza sobre la forma como los políticos y la política asumen el manejo de los asuntos públicos.

Pero para soportar el peso específico de una alianza de esta naturaleza se requiere de la construcción de un partido disciplinado, democrático, vigoroso, con unas reglas del juego claras y trasparentes que permitan el debate sobre las tesis y planteamientos que mejor convengan al rol histórico que está llamado a cumplir el UCD.

Los tiempos son apretados, rápidamente recogemos firmas de los ciudadanos para poder inscribir nuestros candidatos al Congreso y nuestro candidato presidencial; a partir del 8 de diciembre contamos con tres meses para lograr la victoria en la elección parlamentaria; a lo largo de estos tres meses además de trabajar para obtener el apoyo mayoritario de los colombianos, concomitantemente hay que trabajar fuerte para organizar el UCD en las veredas, en las cuadras, en los barrios y en las comunas de los 1.116 municipios del país.

Para mediados del mes de marzo debemos contar con la estructura básica sobre la cual el UCD podrá lanzar la gran ofensiva política que asegure el triunfo presidencial en mayo o junio del 2014.

Y a partir de ahí contaremos con solo 16 meses para que el UCD eche raíces y se consolide como columna vertebral de la gobernabilidad territorial en los municipios y departamentos del país.

Todo lo anterior significa que disponemos apenas de 2 años para abocar la formidable tarea de construir la fuerza política que está llamada a asumir la responsabilidad histórica de hacer de Colombia una democracia incluyente, democrática, fuerte, que garantice un desarrollo económico para todos, destierre la pobreza y reduzca la desigualdad; todo cimentado sobre la recuperación total del monopolio legítimo de la fuerza, la paz y la tranquilidad de todos los ciudadanos.

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