Urabá: Promesas y oportunidades

Urabá se muere de sed, hay municipios sin agua potable, el acueducto prometido en el año 1982 no existe, el circuito de riego cacareado por varios gobiernos no existe. El Gobierno para sostener las exportaciones bananeras y plataneras, estas últimas con 7.500 familias cultivadoras generadoras de empleo familiar, tiene que hacer algo y rápido, no resiste más la región de Urabá, vivir de promesas, donde hay tantas oportunidades.

Hace solo 55 años Urabá era una región inhóspita; don Gonzalo Mejía por ese entonces había logrado llevar la carretera a la región, llamada la carretera al mar, con muchas dificultades para transitar en sitios críticos como el Revenidero, cerca al Toyo; el Zábalo, antes de Dabeiba, y el Bajo del Oso, entre Apartadó y Riogrande, pero se transitaba en esa época, sin ningún problema de seguridad, inicialmente en determinados tramos la llamábamos la trocha.

Desde ese momento, año 1962 cuando la compañía Frutera de Sevilla se instaló en la región para plantar los cultivos de banano, financiando por medio de la Corporación Financiera Colombiana a empresarios, en su mayoría paisas, algunos bogotanos y otros costeños, la región ha ido creciendo gracias a la empresa privada y a los empresarios que a pesar de todos los tipos de guerrilla, violencia y terrorismo han resistido, en su mayoría han persistido y aportado para ser hoy la zona de mayor crecimiento del país.

Desgraciadamente Urabá ha vivido de expectativas, considerando el cúmulo de promesas de los diferentes gobiernos, con relación a vías, puertos, vivienda, salud, educación, circuitos de riego, acueductos regionales y así pudiéramos enumerar tantas otras ofertas y promesas, que de haberse convertido en realidad, hoy no solo la región dependería de la agroindustria bananera, sino que sería una zona industrial por excelencia, considerando su situación geográfica llamada por muchos como “la mejor esquina de América”

En el año de 1982 en el Palacio de Exposiciones de Medellín, el presidente Betancur prometió en su mandato dejar a Urabá con acueducto en el eje bananero, por medio de una represa en la parte alta del río Chigorodó; hoy 30 años después Urabá se muere de sed a pesar de ser una zona con alta precipitación; en el gobierno de Virgilio Barco se hicieron estudios para un circuito de riego tomando el río Sucio y el río León para un gran reservorio entre Mutatá y Chigorodó, en todos los gobiernos se toca el tema y hasta hoy… nada de nada.

Hoy, cinco décadas después, hay que reconocer lo hecho por el sector privado, las fundaciones sociales, las cajas de compensación familiar, las comercializadoras de banano y plátano, en vivienda, salud, educación, vías, puertos de transferencia, sostenimiento del dragado del río León al mar, deportes, recreación, cultura, sostenimiento de carreteras de Zungo y Nueva Colonia, donde el sector bananero ocupa 30.000 empleos directos más los indirectos, con los salarios más altos del sector agropecuario colombiano, con todas las prestaciones sociales exigidas por la ley, además de otros auxilios.

“La mejor esquina de América”, como la definió Gilberto Echeverri Mejía como director de Proantioquia y antes la habían visualizado don Gonzalo Mejía y el Dr. Fernando Gómez Martínez, no puede vivir de expectativas luego de haber soportado la violencia, el terrorismo y el abandono del Estado por mucho tiempo. Gracias a la estabilidad y seguridad que se logró en el gobierno del doctor Álvaro Uribe Vélez, Urabá no puede seguir viviendo de las promesas incumplidas en un “Mar de oportunidades”.

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