Venezuela 2015

El año que comienza puede ser la catacumba de un proyecto hegemónico absolutamente ineficaz.

El armatoste de la mentira oficial no resiste más. Durante años, la bendición de los precios petroleros obró a su favor; con la sagacidad propia del manipulador, pudieron maquillar nuestras debilidades y mostrarlas como la virtud de un modelo exitoso. Ensayo que fue copiado por un mundo deseoso de cambios profundos, en sociedades con terribles desigualdades humanas. Así llegó el proceso venezolano al catálogo de los ilusos que siempre anhelaron arañar las huestes del Estado.

En quince años, la parasitaria jauría ha vivido de los grandes recursos nacionales, que siguen alimentando al totalitarismo en el mundo. El chavismo se infiltró en muchísimos países, llevando su doctrina hasta la médula de pueblos consumidos en la frustración. Con ese efecto, se hicieron con un liderazgo internacional que ha comenzado a erosionarse rápidamente. El estruendoso fracaso del régimen, aunado a la crisis de los precios del hidrocarburo, sin olvidar su feroz persecución en contra de la disidencia opositora, quebró su encanto inicial.

Aquella luna de miel ensalzada desde la cuna es la pócima de hiel en las postrimerías de su gestión. Ahora, como un magullado cirineo, carga la cruz de sus múltiples errores. El año que comienza puede ser la catacumba de un proyecto hegemónico absolutamente ineficaz. La aprobación del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, cayó a un mínimo de un 22 por ciento, en momentos en que su gobierno enfrenta una recesión, una alta inflación y precios del petróleo en mínimos de cinco años, mostraron el viernes cifras de una encuestadora local. Con este panorama, el 2015 puede ser el quiebre definitivo del régimen.

Ya el pueblo no aguanta tanta ineficacia, traducida en pésimas condiciones de vida para la población. Una nación colapsada, que ya no quiere seguir siento conejillo de indias del comunismo disfrazado.

Al igual que las caídas de los precios petroleros, este gobierno va cuesta abajo en la rodada. Que Nicolás Maduro tenga apenas un veintidós por ciento de respaldo popular es un indicativo irrebatible, es la medición más baja obtenida por un presidente revolucionario desde hace doce años. Los argumentos de manipulación ya no rinden sus frutos. Notamos un recrudecimiento de los mecanismos de persecución. Un atropello permanente para tratar de acorralar y vendernos el miedo como experimento político.

Al gobierno totalitario lo único que le queda es dividir a la oposición. Que las ansias de poder de los sectores democráticos rebasen la capacidad de equilibrio y se dejen llevar por las desbocadas emociones.

El 2015 se asoma como el gran derrumbe de una farsa colosal. La cruel mentira de un socialismo redentor de la patria. El reloj de la historia parece marcar el derrotero definitivo de los mercaderes de sueños…

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