Venezuela, emergencia sin fin

Maduro prorroga el estado de excepción y emergencia económica. No para solucionar la grave crisis por la incompetencia gubernamental, sino para persistir en su libreto de victimización.

Nada de lo que está haciendo el gobierno de Nicolás Maduro es nuevo o extraño al libreto “revolucionario” legado por Hugo Chávez: alzar la voz, acosar a los disidentes, insultar a la oposición, soltar exabruptos contra líderes extranjeros, usar las instituciones a su servicio, manipular los poderes públicos, exacerbar la sensación de amenaza y de temor ciudadano, amedrentar a los pocos empresarios que aún persisten en comercializar cualquier producto.

Sin embargo, a pesar de que el presidente Maduro vocifere el mismo guion, esta vez la inquietud internacional es mayor. La agencia de noticias AP recogió testimonios de funcionarios del gobierno de Estados Unidos que plantean un escenario de terminación anticipada del gobierno de Maduro y no precisamente por decisión voluntaria de este. Y prevén una situación de emergencia humanitaria frente a la cual se requerirá la intervención internacional para asistir a los ciudadanos que no tendrán medios de subsistencia, ni siquiera la inmediata del diario comer.

La situación política, económica y social del país vecino es, y más desde la muerte de Hugo Chávez, por completo anómala. Hay una verdadera guerra de poderes, con casi todo el aparato institucional tomado por el chavismo. Solo desde este año, que se instaló la nueva Asamblea Nacional con mayoría opositora, hay una de las ramas del poder público que no obedece las consignas del “Socialismo del siglo XXI”.

Pero ni el propio poder Legislativo ha podido contener el avasallamiento autoritario del chavismo. El poder Judicial anula las leyes y decisiones de la Asamblea Nacional, y la jurisprudencia es simple correa de transmisión de las decisiones dictadas por el gobierno.

La movilización social es permanente. La oposición, con más fuerza luego de su triunfo electoral en las elecciones legislativas del 6 de diciembre de 2015, sale a las calles y aguanta el embate de la furia gubernamental y de las fuerzas de choque oficialistas, supremamente agresivas, ideologizadas y, lo peor de todo, con garantía de absoluta impunidad.

Las fuerzas opositoras de la Mesa de Unidad Democrática impulsan contra todos los factores un referendo revocatorio, para sacar de la presidencia a Nicolás Maduro. Quien oiga tronar a los voceros chavistas contra este referendo podría creer que es una figura inventada ahora por la oposición. Pero fue Hugo Chávez quien la incluyó en una reforma a su propia Constitución.

Los voceros del gobierno han descartado cualquier posibilidad de este referendo revocatorio. No admitirán las miles de firmas recolectadas, y deslegitiman todo el tiempo la iniciativa. Con una oposición acosada el choque va a ser inevitable. Hoy mismo hay convocadas manifestaciones, que el gobierno prohibió, y allí sí que veremos una resistencia civil contra un régimen autoritario dispuesto a cualquier cosa.

Maduro ha prorrogado el estado de excepción y emergencia económica, que le habilita poderes adicionales, pero que legalmente debe ser convalidado por la Asamblea Nacional. Como esta no lo hizo, y como la oposición pide a los ciudadanos no acatar el estado de excepción, tenemos un país entero donde nadie se rige por las leyes vigentes.

Se ha demostrado que no han sido acertadas las predicciones sobre la caída del régimen chavista. Pero el cambio en países vecinos tiene al socialismo bolivariano extremando todos sus vicios de gobierno al punto de que el estado de caos podrá ser de tal magnitud que nadie apuesta tampoco por la permanencia de Maduro en el corto plazo.

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