Venezuela: fracaso democrático

Es muy lamentable el tener que hacer un análisis descarnado de lo que sucede en Venezuela que va en contra totalmente de lo que uno desearía que estuviese pasando La raíz de la hecatombe venezolana es sencillamente una ausencia de  élites. Ese problema tiene ya algunas décadas, se inició con el rentismo petrolero, se profundizó con el distanciamiento de la dirigencia política de sus bases que junto con la falla del sistema para satisfacer las necesidades crecientes de la población, llevó al pueblo a elegir al principal responsable de la caída de la democracia venezolana, Rafael Caldera, el Kerenski  latinoamericano, que le dio paso al Hitler tropical, Hugo Chávez. La llegada de éste fue un suicido del poder, como genialmente lo describe Juan Carlos Zapata en su libro así titulado.

Luego de la instauración de Chávez en el poder, no ha habido sino una catarata de errores conceptuales por parte de la dirigencia democrática venezolana que nos ha llevado a la situación actual que se puede describir simplemente como el fracaso democrático. La causa de todo esto es una: no tener una clara visión de lo que representa el Foro de Sao Paulo y su proyecto de instauración del comunismo; esto llevó a aceptar una Constituyente que armó el andamiaje de la dictadura; llevó a que los grupos económicos claudicasen la defensa de la democracia y fundamentalmente que no se percibiese que Chávez era un dictador, en mi concepto desde el mismo 1999 cuando allanó el Congreso.

Algunos intentos en la dirección correcta llevaron a la protesta firme del pueblo expresada en las multitudinarias marchas, el paro petrolero y finalmente el triunfo popular que logró la renuncia del dictador; pero de nuevo errores tácticos condujeron a la reintronización de Chávez en el poder. La abulia para defender el triunfo en el referéndum revocatorio marcó el sino de la oposición venezolana hasta este momento: claudicar frente al abuso de poder.

La irrupción de un nuevo liderazgo, joven capaz y valiente parecía un horizonte triunfal para la democracia venezolana, pero en verdad significó todo lo contrario: la exacerbación de la vía electoral, jugando en un campo minado, por el fraude electrónico, la violación de todas las reglas de juego por el gobierno, respaldadas por el juez electoral, dirigió al país a un sistema de dominación autoritaria, que el pobre liderazgo de la MUD no es capaz de denunciar. Independientemente de las razones de este servil comportamiento, así sean las más beatas este comportamiento equivale al colaboracionismo de la MUD con la dictadura. Y esto debe ser modificado.

Ya la base democrática la castigó con la mayoritaria abstención en las pasadas elecciones. Todas las encuestas y exit –poll señalan una distribución del electorado 60%-40% a favor de la oposición, el fraude gubernamental hacía cambiar esta correlación, sin que la oposición hiciese valer la voz del pueblo, unos gritos histéricos los días después de cada elección, para de inmediato llamar al pueblo a votar en las próximas elecciones, asegurándole que no había fraude y que ésta vez sí se ganaría.

El ritornello de esto, cansó al pueblo democrático y esta vez no acudió a votar por la MUD, pues está claro que el 40% chavista es obligado, manipulado y conducido como cabras a votar. Como bien lo señala Yon Goicoechea: “La estrategia de Capriles de no pelear contra el fraude de abril fue un error. Ya pasó el 8D, es hora de corregir el rumbo. Yo no entiendo hasta cuándo va a haber gente que, derrota tras derrota, se niega a hacer cambios en la MUD.

En cualquier país es la protesta popular contra los dictadores, los que lleva a éstos a retirarse del poder, desde los países de Europa oriental, la primavera árabe, y hasta Honduras y Bolivia así lo demuestra, en Venezuela también pues como lo dice el eminente jurista y analista Valentín Arenas: “No se trata de inventar una salida sino de analizar la debilidad del régimen actual durante esos mismos quince años y cómo su líder optó por rendirse en dos ocasiones haciendo innecesario el uso de las fuerza  y sin que nadie perdiera la vida. Estos dos hechos, ambos vividos por todos, le dicen al venezolano con mucha elocuencia que la vía electoral en los regímenes que no practican la democracia, porque el autócrata cree ser el soberano, no funciona para elegir a los gobernantes que el pueblo quiera elegir sino para "simular" que existe un régimen democrático inexistente, y por eso cuando el verdadero soberano -el pueblo- se va a la calle a defender su soberanía quienes mandan salen huyendo. Entonces la enseñanza histórica es bien clara. Para salir de una autocracia el camino, democrático y constitucional, es el pueblo en la calle. Esto al menos es lo que repite la Historia”.

De manera pues, que la MUD rectifica el rumbo o debe darle paso a otro liderazgo que esté dispuesto a no continuar la vía colaboracionista, de lo contrario estamos  condenados a por lo menos 60 años más de dictadura castrochavista.

Director Blog Debate Nacional

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