Vía crucis venezolano

El silogismo de Aznar
A buscar salidas políticas

El expresidente de España, José María Aznar, plantea un silogismo que Venezuela debe resolver: “un país, una nación, no puede albergar en su seno dos regímenes incompatibles. Un país no puede ser al mismo tiempo una dictadura y una democracia. Por lo tanto, la incompatibilidad del régimen de Nicolás Maduro con la democracia que encarna la Asamblea Nacional venezolana es total. Por esta razón, la Asamblea debe tomar, con el apoyo internacional, con el respaldo de todos los demócratas, las medidas necesarias para el desmontaje del régimen de Maduro. No solamente es apartar a Maduro del poder. Es sustituir el régimen, es instalar una democracia, un Estado de derecho homologable a partir de una democracia, que creo que es a lo que tienen derecho y a lo que aspiran los venezolanos”.

Ese camino está erizado de dificultades, puesto que en ese país se estableció una República Bolivariana que se sustenta en lo que ella misma denomina “democracia participativa”, aunque en la práctica se creó el monstruo totalitario por cuenta del gobierno de Hugo Chávez, quien al llegar al poder convocó una Constituyente y modificó la Carta Política. En nombre de su particular noción de “democracia participativa”, el gobernante se valía de las leyes habilitantes con el fin de concentrar el poder y anular la rama Legislativa, en tanto al Poder Judicial lo puso a su servicio.

Así que, como suele ocurrir en otras naciones en donde se abusa de la terminología política, la palabra “democracia” en el país vecino tiene diversos significados, algunos positivos, otros negativos.

Son muchos los crímenes que se han cometido en Venezuela en nombre de su concepción de democracia y libertad. En 15 años el régimen chavista asaltó el erario, expropió, encarceló, se dilapidaron los recursos de las regalías petroleras, se financió el populismo y el socialismo internacional, mientras se arruinaba la producción y horadaban las instituciones. Todo ello en nombre de la demagogia populista.

Por tanto, el restablecimiento de la democracia pasa por una campaña de concientización y formación política que se debe impartir en toda la Nación con la finalidad de mostrar que el tipo de gobierno que existe en el país es de corte totalitario, siendo la democracia verdadera algo muy distinto. Ese país es señalado como el más violento del planeta. La crisis humanitaria en salud tampoco tiene límite. En las cárceles el caos es total y hasta los prisioneros celebran a tiros la muerte de algún capo.

También es preciso mostrar y explicar las cifras de la economía. Hoy Venezuela es el país con mayor tasa de inflación en el mundo. Igual es una nación cuyas instituciones hacen agua, con una burocracia de más de dos millones de personas, similar a un  país tan grande y rico como Estados Unidos. Pese a ser uno de los países más ricos en reservas de crudo, acaba de importar miles de barriles de petróleo de los Estados Unidos. Ya es sabido que la estatal Pdvsa vende crudo por debajo de los costos de producción, en tanto continúan los billonarios regalos de crudo a otras naciones, como Cuba.

De otra parte, la falta de credibilidad del Palacio de Miraflores es casi total, al punto, incluso, que millones de venezolanos no tienen claro si el presidente Maduro nació en ese país o es colombiano. A ello se suma que los ministros de la economía y de otros sectores se niegan a comparecer ante la Asamblea por temor a que sus respuestas sobre la crisis agraven aún más la frustración colectiva.

La opinión pública pregunta insistentemente qué se hicieron las reservas de oro, interrogante más que válido en un país que abolió la independencia del Banco Central y al cual llegan por avión del exterior toneladas de nuevos billetes sin respaldo.

Hoy por hoy en Venezuela el poder judicial sobrevive en  interinidad y se llegó al extremo de que una juez por no ser adicta al régimen y tomar decisiones en derecho terminó detenida y violada en una cárcel.

En fin, se trata de un país en donde se falsificó la doctrina del Libertador Simón Bolívar, para instaurar el “socialismo del siglo XXI”, que de vivir en estos tiempos el prócer seguramente habría combatido.

Es por todo lo anterior que Venezuela se tornó en un país inviable, sin que toda la culpa sea de Maduro, ya que él recibió una economía crítica pero bajo su mandato las cosas han empeorado. Su situación es la de un prisionero del populismo agonizante. En tales condiciones, la oposición puede y debe negociar una salida institucional, para que el régimen no se desplome sobre la cabeza de todos los venezolanos.

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