Víctima de otra guerra

Con el fallo proferido por la Corte Suprema de Justicia contra Andrés Felipe Arias, termina una etapa penosa en la vida del exministro, el juicio, e inicia otra que no sé si vale la pena vivirla: prófugo de la justicia, o encerrado sin el beneficio de excarcelación durante 17 años; y para rematar, con una multa de 30 mil millones de pesos, que vaya a saber cómo se paga. Una verdadera tragedia humana. La más grande, y publicitada de la que tenga conocimiento.

En lo que publicó la prensa, se menciona su preparación e inteligencia, como argumento para demostrar que conocía y controlaba los pormenores del programa. Hasta el punto de dar órdenes a funcionarios del lCA, dicen los testigos. Es bueno hacer una distinción entre la inteligencia abstracta, propia de la academia, y la astucia, que le permite al vividor sacar provecho, de cualquier forma, donde otros no. La primera es la del estudiante aplicado que razona, entiende, y produce nuevo conocimiento a partir de un proceso mental; y la del científico que observa y encuentra las relaciones intrínsecas de los fenómenos, los explica, y los reproduce hasta descubrir las leyes que lo gobiernan.

La otra, no es del ámbito académico, sino de la guerra de las balas; y de la guerra en la que las armas son la injuria, la calumnia, y la deshonra ajena: nuestra política. No creo (sana psicología) que esta sea el tipo de inteligencia del exministro Arias. No obstante, el fallo confunde la una con la otra, y le da un valor alto dentro de la sentencia.

Aquí se pudo haber incurrido en lo que podríamos llamar la presión del grupo. Llega un punto en el que de tanta campaña mediática, nadie se atreve a pensar diferente: ni a controvertir al ente acusador, ni a emitir un juicio que contradiga el juicio público. Y si a los columnistas nos intimidan y desalientan desde los foros, ¿que no se dará en los niveles más altos de la estructura de poderes del Estado?

Ya es voz populis, por ejemplo, que hay organizaciones que pagan la prensa especializada en desinformar, y el trabajo sucio en la web. Y hay individuos que simplemente disfrutan deshonrando a los demás. Y como hay quienes escriben dando por cierto lo que otros escribieron, de tanto decirlo se van imponiendo mentiras como verdades que nadie se atreve a refutar.  En la columna de José Gregorio Hernández el lunes anterior, se transcriben normas de la Ley Estatutaria de la administración de justicia, que en este, y en todos los procesos contra el Uribismo se han violado. Y uno se pregunta ¿cómo es la cosa: es que las normas se usan cuando convienen a un propósito, y se ignoran cuando no?

Qué lejos estamos de acabar con la guerra, si la política, que está metida en todos lados, es otra forma de guerrear.

Ingeniero Electrónico, MBA

ovilyances@gmail.com

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