Víctimas de todo lado

Mezcla y barullo de víctimas le quitan el tono a los arreglos de paz. Es que ya ni siquiera sabemos con quién o con quiénes se está haciendo la paz. ¿Qué hace una víctima de los paramilitares mostrándose conciliadora con los guerrilleros de La Habana, si ellos no fueron sus victimarios?

Y si son víctimas de falsos positivos militares tampoco tienen nada que hacer en La Habana. Allí están conversando el Gobierno Nacional y la insurgencia, como ellos mismos se denominan, y el término ofrece gran claridad. No está negociando el Gobierno consigo mismo ni con paramilitares, con los cuales ya hizo, al parecer, un arreglo en Ralito o un desarreglo pues terminaron presos en cárceles norteamericanas.

¿Con quién se está negociando y por qué en La Habana? No deja de ser raro que haya que preguntarse algo tan elemental cuando ya los acuerdos, según los ilusionistas, están de un cacho. Descansando los ojos y vistas las cosas a distancia, lo que se observa es que el país, Colombia, para mayor claridad, se halla a las puertas del vecindario socialista, pidiendo entrada y sometiéndose a las condiciones que éste le imponga para conseguir la paz interna con los insurgentes, que, siendo colombianos, son lazo que arrastra hacia el lado socialista.

De ahí La Habana de Fidel Castro, el monitoreo de la Venezuela chavista y lo regalado de la permanencia en Cuba de los comisionados de la guerrilla, ante los cuales desfilan nuestros negociadores, nuestras ingenuas víctimas y nuestros militares, por último rechazados indecorosamente.

Un acuerdo de paz ha debido hacerse en país neutral. Se dio una apariencia al comienzo con los preámbulos de Oslo. Para llegar a la enjundia del intercambio en un sitio donde la guerrilla dice estar segura, pero sobre todo aconsejada y respaldada por quienes la han patrocinado y mantenido como puntal en el corazón de Colombia.

Allí los “bajados” e instalados en Cuba no se consideran solamente iguales sino superiores a los incautos viajeros que ruedan sus maletines frente a la mesa de los anfitriones. En el saludo no falta la sonrisa de los recién llegados, cáptenla o no las cámaras, dirigida a los que han masacrado impunemente a la madre, a los hermanos, a los escoltas, emboscados en la mitad de una vía. Los determinadores del pavoroso episodio, dueños de la situación, han convocado a toda clase de víctimas, las que ellos han causado, las que han ocasionado los otros, aun sus propios enemigos o cualquier factor violento, de modo que en la confusión se pierda el foco de quiénes son los que negocian y qué se está negociando.

Mientras tanto, el gobierno colombiano, que no tuvo la dignidad de hacer la paz en el propio territorio o en uno neutral, entretiene a la unánime población con palomitas de solapa y lindas consignas.

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