Volando bajo

En el posconflicto no se requerirá un ejército del aire, sino una aerolínea de lujo, y la Armada podrá dedicarse al avistamiento de pingüinos en la Antártida.

Días atrás, el portal Las 2 orillas tuvo la osadía de afirmar que el Palacio de Nariño había adquirido una lujosa y costosa aeronave Beechcraft King Air, de míseros cinco millones de dólares. Un avión de hélices que no podría serle útil a la Presidencia, pues apenas tiene 600 km de alcance, insuficientes para hacer vuelos entre La Habana y Quibdó, o periplos Bogotá-Caracas-Managua-Bogotá.


No. Un King Air puede serles de alguna utilidad a varias de las empresas más importantes del país, que lo utilizan para transportar a sus más importantes ejecutivos, pero no tiene perfil para ser avión presidencial.

Ya en el primer reinado del Santos patrono de los colombianos, el virrey Angelino Garzón había dejado en claro que “las dignidades del Estado no pueden andar como zarrapastrosos”, luego de las críticas recibidas por viajar en primera clase en la excursión que hizo por 14 países para promocionar su candidatura personal a la Organización Internacional del Trabajo. En viáticos se gastó 210 millones de pesos y en pasajes, 85 millones.

Y tiene razón. Por eso, la Fuerza Aérea está dando un viraje de 180 grados, y en lugar de enfocarse en las aeronaves de guerra, cada vez le da mayor importancia al transporte de las altas dignidades del Gobierno y las FF. MM.

Entonces, como no pueden viajar como “zarrapastrosos”, en el 2012 fue adquirido un –ese sí– lujoso y costoso Embraer Legacy 600, un jet de 22 millones de dólares y 6.000 kilómetros de autonomía, que basta y sobra para traer terroristas de Cuba a fotografiarse con generales y volver a tomar mojitos.

El mismo avión fue fotografiado por spotters (aficionados a retratar aviones) aterrizando en el aeropuerto Olaya Herrera el día del concierto de Madonna, con la familia presidencial a bordo. Por fortuna, para verdaderos funcionarios hay otro jet ejecutivo a disposición: un Learjet 60 que la Dian le donó a la Fuerza Aérea en el 2010 y que fue sometido a reparaciones por 1.200 millones de pesos durante tres años. Con la reforma tributaria, pronto la Dian tendrá más aviones para donar.

Pero hagamos a un lado la paja. Si hay alguien que no deba viajar en andrajos, ese es el Presidente de la República. Por eso, cuando el Presidente viaja a alguna región del país en la que va a realizar alguna correría, hay que enviar de antemano el helicóptero presidencial para evitarle los helicópteros de campaña del Ejército y la Policía, sucios de grasa, sudor y hasta sangre de nuestros héroes.

Fue así como el 8 de enero de 2012, el helicóptero presidencial FAC 0005 (un Bell 412) se estrelló en la refinería de Ecopetrol, en Barrancabermeja, y quedó encaramado en la terraza del cuarto de control de instrumentos. La nave regresaba de Cartagena a Bogotá, luego de haber movilizado al Presidente por varios municipios costeños. Obviamente, él retornó en el muy cómodo Boeing presidencial.

De inmediato, un Black Hawk modelo 1989, que había sido repotenciado en la casa matriz, fue sometido a diversas reformas para darle configuración VIP (con silletería de cuero) y convertirlo en el helicóptero de la Presidencia. Pero no fue suficiente: a finales del 2012 fue adquirido, para la Casa de Nariño, un Bell 412EP por valor de 16.875 millones de pesos. Gastos menores a cargo de los colombianos.

En el posconflicto no se requerirá un ejército del aire, sino una aerolínea de lujo, y la Armada podrá dedicarse al avistamiento de pingüinos en la Antártida. Con razón no hubo quién reaccionara al ataque terrorista en Gorgona.

* * * *

En octubre del 2012, la acción de Ecopetrol tocó los 5.790 pesos; ahora está a precio de huevo: ronda los 1.800 pesos. No es solo por la caída internacional del crudo, el Gobierno es en gran parte responsable.

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