Voto electrónico: fin de la democracia en Colombia (Parte I)

El porvenir de Colombia se entorpece ante la desinformación en la que está sumida la sociedad, el misterio entre quienes nos gobiernan y la apatía de sus ciudadanos. El socia-comunismo nos gana la batalla y nuestro país está cada vez más cerca de caer en desgracia, como Venezuela, por culpa de algo que no supimos, no queríamos, o no elegimos: el voto electrónico.

Las elecciones ordinarias para elegir a los miembros del Congreso y del Parlamento Andino serán llevadas a cabo en marzo, y para Presidencia en mayo del presente año; y en esta lucha por el poder parece que las campañas y la propaganda no bastan. La tecnología juega y jugará un particular protagonismo en estas contiendas electorales. El gobierno viene haciendo énfasis en programas como – La democracia es nuestra huella – para la identificación biométrica de los ciudadanos, difunde noticias como que la Registraduría usará un software para controlar a los jurados electorales, o que se tomarán medidas para evitar ataques informáticos el día de las elecciones. Sin embargo, y pese a que hace ya varios días se realizó una prueba piloto del voto electrónico en 93 lugares del país, ¡del tema no se sabe nada!

La legislación colombiana define como fecha límite para la implementación del voto electrónico las elecciones al Congreso del 2014. En esa medida, en octubre del 2013 se invitaron a todas las empresas nacionales e internacionales interesadas en participar en la prueba piloto del pasado 31 de enero, día en el que finalmente se elegiría a la empresa encargada de desarrollar el sistema electrónico de votación en Colombia. En proceso de inscripción duró 10 días y se presentaron 16 empresas, entre ellas, la empresa venezolana SMARTMATIC, responsable del fraude en el vecino país. Pero a juzgar por lo que cuentan o más bien por lo que callan los medios de comunicación, las noticias corren más tras los tomates que tras la defensa del libre ejercicio del derecho al voto.

Por si fuera poco, el argumento de tiempo que parecía estar a nuestro favor, se desvanece. Lo mismo se dijo por la proximidad de las elecciones en Ecuador que serán el 23 de febrero, y como no tenían equipos: Venezuela, Argentina y Rusia se los enviaron. Debían capacitar a los electores: les dictaron curso rápido de 3 semanas, y como faltaba quien aplaudiera y les aprobara el show: llegó Unasur a resaltar “los buenos resultados de los 2 simulacros realizados”.

De hecho, en nuestra región es casi una constante que los resultados arrojados por estas experiencias de prueba piloto muestren un óptimo y eficiente desempeño, y que se le atribuya al voto electrónico ventajas (bastante discutibles para democracias más desarrolladas como la de Inglaterra, Holanda o Filipinas) como fiabilidad y seguridad en el manejo de los datos electorales.

Especialistas en el tema, particularmente quienes han padecido la pérdida de libertades y la falta de garantías como consecuencia de estas triquiñuelas disfrazadas de “grandes avances”, advierten de los problemas de que una misma maquina guarde la información de la huella, el voto y el sistema de totalización. Además, señalan que hasta esta primera fase biométrica es propensa a tener errores, genera coacción e invasión a la privacidad del elector.

Hay que entender que el costo de automatizar las elecciones y poner a funcionar el voto electrónico en el territorio nacional es de las cosas que menos importa. Sumar a Colombia, quizás de los pocos países que se resiste y es pieza clave para los objetivos del proyecto del Socialismo del siglo XXI en Latinoamérica, lo querrán hacer al precio que sea.

A este oscuro panorama hay que sumarle detallitos como la poca aceptación a la reelección del presidente, la preponderancia del voto en blanco en las encuestas, el activismo político y social de las FARC “haciendo alianzas con sectores afines a la reelección de Santos, que no son sólo de izquierda, sino de partidos de la unidad nacional” para “fortalecer la participación política popular y establecer la verdadera democracia -sin dejar las armas-“. Además, que entre los diálogos de paz y la cumbre de la CELAC, aparecen una y otra vez los mentores de la debacle comunista en nuestro continente, Cuba y la dictadura castrista.

Así las cosas, el voto electrónico significa el comienzo del fin de la democracia en Colombia. Atrás quedarán problemas como el trasteo de votos, la suplantación de identidad, la trashumancia, las presiones y amenazas de los grupos terroristas y demás vicios que falsean los resultados electorales y la voluntad popular, porque serán nimiedades o quedaran ocultas ante el verdadero alcance de las “maravillas tecnológicas”.

Una nación próspera necesita de una sociedad libre, responsable y solidaria. Todos y cada uno de nosotros contamos como ciudadanos y nuestros votos son importantes. Por esta razón, es nuestro deber defender la capacidad de elegir libremente, participar en la vida pública, exigir que se brinde seguridad jurídica al proceso electoral y no permitir que se adopte el voto electrónico en Colombia.

Dayi Sedano es internacionalista de la Universidad del Rosario.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar