¿Y las medidas?

La recitación se quedó en anuncios burocráticos, denuestos a los enemigos y loas a los Castro.

Mucho esperar para escuchar tan somera propuesta (sin soluciones efectivas para los múltiples problemas del país). Las expectativas creadas -demasiadas considerando el tiempo que esta "revolución" farsante-forajida lleva enquistada en el poder generando frustraciones colectivas ininterrumpidamente- concluyeron en otro monumental fiasco. Uno más que se suma a los múltiples y fallidos emprendimientos sobrevenidos, farisaicos, electoreros, populistas y chantajistas con los cuales, siguiendo lineamientos de La Habana, ha venido arrastrando al país al despeñadero.

La recitación (cuatro horas y media) se quedó en anuncios burocráticos sobre la reorganización de entes (Cadivi, Sundecop, etc.), la fusión de ministerios y el enroque de funcionarios. Incluyó, por supuesto, los canónicos denuestos contra la oposición golpista, los medios de comunicación contrarrevolucionarios, la oligarquía parasitaria-especuladora, el Imperio y no faltó la apología a la revolución cubana y sus líderes chuchumecos.

Pero omitió -¡cosa más grande!- plantear las necesarias medidas fiscales, económicas y sociales. Tampoco hubo propuestas sobre cambiar la orientación para distanciarse del castrocomunismo, o lo que es lo mismo, del Socialismo del Siglo XXI.

Quedaron pendientes (¿?) las líneas gruesas para reactivar el aparato productivo: aumentar la producción de Pdvsa y mejorar su flujo de caja; reactivar las empresas de Guayana y del sector petroquímico; impulsar el rendimiento de fábricas expropiadas en el sector cemento, alimentos y comercio; generar más empleo, sentar condiciones para la inversión extranjera; cancelar la deuda que empresas venezolanas mantienen con sus proveedores internacionales (no les despachan ni un alfiler más), combatir la inflación y la escasez, reparar la infraestructura y enfrentar la criminalidad, entre otras muchas deudas postergadas con el soberano-mesmo.

Mientras esto no se haga, no habrá Patria, progreso, sosiego ni estabilidad. Es una gran mentira que por la ruta del socialismo a la cubana se alcanzará el desarrollo. Los Castro abandonan (después de 55 años de penurias) este modelo porque los hundió en la miseria y el atraso. Esto se vislumbra para Venezuela si no se enmienda la hoja de ruta, un plan caprichoso que debería estar enterrado.

Los hechos demuestran que la prosperidad no pasa por intervenir, controlar y reprimir. No se puede regular el precio de un bien que no existe: carros, televisores, neveras, materiales de construcción o alimentos y medicinas. Solo con seguridad jurídica, respeto a los derechos ciudadanos y la libertad de iniciativa se logrará la mayor suma de felicidad.

msanmartin@eluniversal.com

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