¿Y usted le cree a las Farc?

Para hacer cualquier arreglo las partes tienen que creer la una en la otra y la otra en la una, y esto no es lo que está sucediendo con la paz electoral que se está firmando desde hace dos años largos y que se prolongó para que coincidiera con la reelección presidencial. De eso no hay la menor duda.

Así las cosas, la parte más interesada -léase gobierno- ha tenido que ceder y bastante a las pretensiones de quienes saben que de ellos depende que el huésped del Palacio de Nariño se quede 4 años más y a fe que no ha perdido el tiempo prolongando esos diálogos interminables a los que les han puesto toda suerte de trabas a fin de chantajear al presidente Santos y obligarlo a que acceda a sus pretensiones.

Por ello ha tenido que aguantarse que le cambien los libretos, que le metan nuevos interlocutores sin siquiera previa consulta, que declaren que no entregarán las armas y que sigan secuestrando, volando, colocando más y más minas quiebra-vidas, reclutando menores y atentando contra la población civil, entre otras atrocidades.

Semejantes actos habrían dado para que al menos se suspendieran temporalmente esas conversaciones cuando no se levantara de la mesa el gobierno, pero no: con paciencia Jobiana y pese a toda suerte de presiones se ha seguido en este intento que aún no sabemos en que va a terminar, porque si bien ya se han evacuado tres de los cinco puntos de la agenda, ignoramos el desenlace que prevee entre otras cosas un plebiscito, que de no ser aprobado, se habrá perdido el tiempo así se haya reelegido al presidente. ¡Vaya paradoja!

Y mientras los negociadores del gobierno juegan limpio y hacen esfuerzos sobrehumanos para tragarse tantos sapos, la guerrilla como siempre, dice una cosa y hace otra y expresa en sus densos comunicados que su objetivo es la toma del poder y la creación de una nueva sociedad, lo cual significa una verdadera revolución social.

Resulta por tanto imposible creer en la tal voluntad de paz que se expresa desde La Habana y que se contradice con la seguidilla de actos vandálicos en los que mueren más y más colombianos diariamente con la disculpa que se aceptó negociar en medio del fuego cruzado y esas son las reglas del juego.

Es verdad: llevamos más de 50 años en guerra y no sé ya cuantos presidentes trabajando por obtener la paz y nunca ha sido posible porque la guerrilla, hoy la empresa narcotraficante más grande del mundo, termina siempre mamando gallo, ganando tiempo, engañando al país y echándole la culpa a los mandatarios de turno del fracaso de las negociaciones.

Así que no nos hagamos falsas ilusiones con el tal fin del conflicto y no caigamos en la trampa de votar por la tan anhelada paz porque la desilusión va a ser mayor. Paz sí, pero no la paz a la que nos quieren obligar a firmar con un revólver en la sien y de golpe puede ser peor el remedio que la enfermedad.

PD: Se retira Carlos José Holguín de la Secretaria de Gobierno y se lanza a la Alcaldía con el respaldo de Ubeimar Delgado. A su vez Santiago Castro está preparándose -si gana Santos el domingo- a aspirar a suceder a Rodrigo Guerrero. Por otra parte, Angelino está listo -según dicen- para derrotar al que se le atraviese. Y faltan más patos al agua…

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