Asilo, en límites históricos

Los pedidos de asilo de millones de personas que huyen de sus hogares para salvar sus vidas y creencias está en aumento. El drama actual es el segundo más grande de la historia moderna.

Cuando el mundo cristiano se congrega para conmemorar la Resurrección de Jesús, millones de personas en el planeta sufren la tragedia del destierro por una multiplicidad de conflictos, muchos de ellos milenarios, de carácter religioso, político, social, étnico, discriminación sexual y confrontaciones entre Estados.

Parte de esta tragedia se condensa en las cifras de la Agencia de la ONU para los Refugiados (Acnur) sobre peticiones de asilo en los 44 países más industrializados del mundo en 2014, calificadas por el organismo mundial como crítica, al ser la segunda más alta desde 1992, cuando los pedidos de asilo fueron de 900.000 casos, los más altos de la historia.

En total se registraron 866.000 solicitudes de asilo, un 45 por ciento más que las de 2013. Este es el cuarto año consecutivo de aumento y el segundo nivel anual más alto desde principios de la década de 1980, según Acnur.

La gran masa de quienes buscan asilo lo hacen tanto por razones políticas, como redención económica. La diáspora huye de un presente de terror en naciones islamistas, otros escenarios africanos, América Central e incluso en la misma Europa.

La mayor desgracia la desatan la versión talibán del Estado Islámico, el Boko Haram, regímenes dictatoriales y otros grupos terroristas con métodos de barbarie que la humanidad creía extinguidos, como la lapidación, la crucifixión, la hoguera y otras formas aberrantes de desaparecer u horrorizar a quienes no profesan sus ideas.

Su hoguera filosófica se alimenta de visiones fundamentalistas, de lecturas erradas al pie de la letra del Corán, libro sagrado que inspira al islamismo, una creencia que históricamente se ha caracterizado por ser la religión de la luz, el arte, la civilidad, la tolerancia y la ciencia.

El drama árabe convierte a Siria, Irán y Afganistán como las naciones con el mayor número de peticiones de asilo. No obstante, los pedidos de asilo sirios en el mundo desarrollado son modestos si se les compara con los sirios asilados en naciones vecinas, 3,9 millones, y de desplazados internos, que supera los 10 millones de personas, en una nación de 20 millones y, de paso, una de las más cultas del mundo árabe.

Al evaluar los pedidos de asilo se observa que bajo el presupuesto de una situación de vulneración de sus derechos fundamentales, ingentes masas de ciudadanos pretenden llegar, sobre todo, a naciones con prosperidad económica, como E.U. y los 28 países de la UE, más que a países que puedan tener una situación política estable.

Lo anterior hace que la consecución del pedido se haga más compleja, toda vez que el asilo económico no es reconocido en ninguna parte del mundo. El Papa Francisco lo dice al reclamarle a las naciones más civilizadas, concretamente a Europa y E.U., que reconozcan el asilo económico como una demanda de las comunidades vulnerables que están inmigrando al Viejo Continente, que incluso han convertido al mar Mediterráneo como el más grande cementerio de inmigrantes del mundo.

Tal situación reclama la reconfiguración de las relaciones económicas del planeta, tanto como un clima favorable de sus derechos políticos, porque contrario a resolverse esta situación, lo que se ve venir es una estampida de África hacia Europa, por lo que las grandes naciones están levantando murallas y parrillas en el mar. Ninguna coraza o represión serán suficientes porque el hambre acosa.

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