Bienvenidos al futuro o las lecciones para enfrentar la anomia social

Muchos toman la ciencia ficción como entretenimiento, otros como reflexión. Yo prefiero los textos fundacionales para tratar de entender las diferentes ediciones de ‘no hay nada nuevo bajo el sol’ para comprender nuestro presente. Tomaré entonces los textos de las Actas de Declaración de la Independencia de EE. UU (4 de julio de 1776) y el de Colombia (20 de julio de 1810) En esos textos estaba el presente de esos años y el actual, retratados según la idiosincrasia de cada pueblo por lo que sabemos a qué atenernos. Comenzaré con nuestra ‘foto.’

Primera lección. Nuestra Acta esclarece que el manejo de los poderes públicos fue y será un ‘negocio;’ no la independencia de los estados, ni de los poderes entre sí. Se designa a dedo la Junta Suprema de Santa Fe para gobernar autónomamente presidida por el virrey Antonio Amar y Borbón quien se negó a gobernar pues la Autoridad del Rey estaba anulada por los sucesos que ocurrían en España. Después de diferentes retruécanos políticos para un sistema federal, finalmente NOS SORPRENDEMOS CON NUESTRO CONCEPTO DE INDEPENDENCIA cuando leemos: “cuya representación deberá residir en esta capital, para que vele por la seguridad de la Nueva Granada, que protesta no abdicar los derechos imprescindibles de la soberanía del pueblo a otra persona que a la de su augusto y desgraciado Monarca don Fernando VII, siempre que venga a reinar entre nosotros.” Era un desgraciado, pero lo queríamos de gobernante. Seguidamente viene la repartición de la torta política y los vítores del pueblo al que se le comunica lo que los ‘señores’ han decidido. Y así respondió el virrey que supuestamente debería haber sido depuesto: “el Excelentísimo Señor Antonio Amar respondió al pueblo con las señales de la mayor complacencia, aprobando cuanto expuso su diputado.” Saquen conclusiones. Nuestra acta es el registro notarial de  reunión del primer negocio criollo del Nuevo Reino de Granada.

De igual forma, cuando se quiso poner fin a la matazón entre liberales y conservadores, se llevó a cabo el ‘negocio’ del Frente Nacional. Por otra parte, a comienzos de noviembre de 1997 Santos se reunió con Carlos Castaño, Víctor Carranza y Álvaro Leyva, amigo de las Farc, para ‘refundar’ el país, como parte de su campaña para la ‘paz’ con la que enfrentaría a Horacio Serpa por la candidatura presidencial, después de Samper a quien le pediría su renuncia en aras de la paz, con el beneplácito de las Farc y promesa de Constituyente. Leyva decía que en Colombia podían caber Farc y paramilitares. (Leer ‘Días de conspiración’, capítulo de Mi Confesión de Carlos Castaño) Hoy es obvio. El 4 de septiembre de 1998, en sus editorial ‘Coger al toro por los cachos’ en El Tiempo, Santos planteó ante la Comisión de Paz de la Cámara de Representantes el negocio con el Mono Jojoy: “como siempre ha sucedido a lo largo de la historia de Colombia y en prácticamente todo acuerdo de paz, se trata es de ver dónde los vamos a alojar, cómo es que nos vamos a distribuir los cuartos de la casa.” Hoy lo de La Habana se llama ‘negociaciones’. ¿Alguna duda? Pero veremos por qué esa misma ‘dinámica histórica’ no funciona en La Habana porque los negociantes reales, el pueblo, y el negocio en el 2015 son de índoles opuestas.

Segunda lección. Aprendamos lo que es una ‘declaración de independencia’ real que es el sustento del comportamiento posterior de la comunidad que la declara y asume. “Por lo tanto, los Representantes de los Estados Unidos de América, convocados en Congreso General, apelando al Juez Supremo del mundo por la rectitud de nuestras intenciones, en nombre y por la autoridad del buen pueblo de estas Colonias, solemnemente hacemos público y declaramos: Que estas Colonias Unidas son, y deben serlo por derecho, Estados Libres e Independientes; que quedan libres de toda lealtad a la Corona Británica, y que toda vinculación política entre ellas y el Estado de la Gran Bretaña queda y debe quedar totalmente disuelta; y que, como Estados Libres e Independientes, tienen pleno poder para hacer la guerra, concertar la paz, concertar alianzas, establecer el comercio y efectuar los actos y providencias a que tienen derecho los Estados independientes.” Aprendemos que es el Congreso y no el Presidente el que maneja la paz y la guerra. Puro sentido común. El nuevo país reclama un puesto entre las naciones, no la dependencia de nadie, como lo vemos en Venezuela dependiendo de Cuba, a las malas, en nombre de una ideología. ¿Qué es eso? Colonización política en el Siglo 21 a nombre del comunismo.

Tercera lección. El texto de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América, es un PLANTEAMIENTO de carácter jurídico. Por ese motivo hace referencia a una serie de tratados o pactos, está firmado por un notario y es una declaración institucional. Ha servido de cartilla nacional y espejo universal para la definición y estructuración de la democracia. Por ese motivo todos los norteamericanos lo estudian en la escuela. Nuestra Acta de Independencia es conocida solamente por los historiadores. El común de los colombianos ignora su existencia. Nuestro referente real de la independencia es la Batalla de Boyacá, no el pensamiento que la hizo posible.

Cuarta lección. Para las Farc y los señores de La Habana. Dice así: “La prudencia, claro está, aconsejará que no se cambie por motivos leves y transitorios gobiernos de antiguo establecidos; y, en efecto, toda la experiencia ha demostrado que la humanidad está más dispuesta a padecer, mientras los males sean tolerables, que a hacerse justicia aboliendo las formas a que está acostumbrada.” A un grupillo y a un presidente le pareció normal querer cambiar el país, cuando nadie se lo pedía, y después reclamarle al estado y a la opinión crítica  por los resultados de sus equivocaciones.

La quinta lección es para el Presidente Santos. El texto se refiere al Rey de Gran Bretaña. Dice así: “Ha convocado cuerpos legislativos fuera de los lugares acostumbrados, y en sitos distantes del depósito de sus registros públicos con el único fin de molestarlos hasta obligarlos a convenir con sus medidas, y cuando estas violencias no han tenido el efecto que se esperaba, se han disuelto las salas de representantes por oponerse firme y valerosamente a las invocaciones proyectadas contra los derechos del pueblo, rehusando por largo tiempo después de desolación semejante a que se eligiesen otros, por lo que los poderes legislativos, incapaces de aniquilación, han recaído sobre el pueblo para su ejercicio, quedando el estado, entre tanto, expuesto a todo el peligro de una invasión exterior y de convulsiones internas.” En 1776 se describían los resultados de la arbitrariedad de un rey al manipular las leyes vigentes; hoy señalamos el mismo impacto en la opinión pública al generar confusión, enfrentamientos, deslegitimación del Congreso; es decir, un golpe de Estado. La convulsión interna de 1776 dio origen a la revolución de independencia. ¿A qué darán origen las diferentes manipulaciones que pasan por un partido de bolsillo tratando de imponerse en el Congreso para obedecer los mandatos del presidente?

La sexta lección es para las Farc y sus cajas de resonancia en relación con el paramilitarismo. Dice así: “Pero cuando una larga serie de abusos y usurpaciones, dirigida invariablemente al mismo objetivo, demuestra el designio de someter al pueblo a un despotismo absoluto, es su derecho, es su deber, derrocar ese gobierno (la usurpación terrorista de las Farc) y establecer nuevos resguardos para su futura seguridad. (Se buscó consolidar ‘los soldados del pueblo’). Tal ha sido el paciente sufrimiento de estas colonias; tal es ahora la necesidad que las obliga a reformar su anterior sistema de gobierno.” Se ha hablado de la ausencia de estado que fue tolerada y sobrellevada desde la Independencia, pero no se habla de la otra cara de la moneda, el terrorismo territorial de las Farc, peor que la ausencia referida.

La séptima lección va para las diferentes cortes en relación con la nueva Jurisdicción de Paz. Dice el texto: “En el orden judicial, ha obstruido la administración de justicia, oponiéndose a las leyes necesarias para consolidar la autoridad de los tribunales, creando jueces que dependen solamente de su voluntad.” “privándonos en muchos casos de las defensas que proporciona el juicio por jurados,” “y declarándose el mismo investido con el poder de dictar leyes para nosotros en todos los casos.” Conclusión de la ‘oposición’ de 1776: “A cada grado de estas opresiones hemos suplicado por la reforma en los términos más humildes; nuestras súplicas han sido contestadas con repetidas injurias. Un príncipe cuyo carácter está marcado por todos los actos que definen a un tirano, no es apto para ser el gobernador de un pueblo libre.”

La octava lección es para los militares. El talante moral de los revolucionarios de 1776 era el siguiente: “Debemos, por tanto, someternos a la necesidad que anuncia nuestra separación, y tratarlos como al resto del género humano: enemigos en la guerra y amigos en la paz.” Ese entendido se ha mantenido a través de la historia en los diferentes conflictos; es un paradigma INTERSISTÉMICO de honorabilidad militar.

El anterior es un cuadro bastante comprensible de una lucha política entre dos sistemas que deja ver el talante moral de sus líderes, militares o civiles. Pero ¿Qué sucede cuando la lucha es dentro del sistema y contra el sistema porque se aspira a instalar un nuevo régimen político como el marxismo? El paradigma de “enemigos en la guerra y amigos en la paz,” desaparece.

El talante moral CAMBIA, pues siendo ENEMIGOS EN LA PAZ Y EN LA GUERRA, debido a que lo que se plantea es una lucha de CLASES, NO DE EJÉRCITOS, para que desaparezca el odio que inspira la guerra el CONTENDOR, la clase, es decir, la burguesía, las instituciones, tienen que desaparecer como sujetos de derechos, como concepto y como estructura social. Así, la primera salvaguarda, el ejército debe ser ‘neutralizado’ en las fronteras, después ‘asimilado’ a las nuevas políticas. En la URSS el asunto se resolvió con la eliminación de la clase burguesa. Así, los militares de La Habana y los que ‘no dialogan pero piensan’ deben entender que las sonrisitas y apretones de mano de Timochenko son pura estrategia de engaño, dado su paradigma marxista al que no ha renunciado porque no puede concebir el mundo sin él. Timochenko sufre de una enfermedad de la mente llamada PARÁLISIS PARADIGMÁTICA.

Novena lección. ¿Cómo comprenderemos el nuevo escenario político con un enemigo que utiliza el sistema para destruirlo? Desde el paradigma de ENFERMEDAD Y RESTAURACIÓN. La situación social del país en muchas actividades ciudadanas y políticas se denomina, en términos sociológicos, como ANOMIA cuya respuesta es la  RESILIENCIA MORAL y social. Anomia es la falta de normas, de gobernabilidad. La resiliencia es la mecánica de reconstrucción de ese tejido. Japón y Europa son ejemplos de resiliencia, de reconstrucción; Venezuela es un ejemplo de anomia; Cuba es un caso de coma. Colombia es un ejemplo de recuperación y complicación irresponsable por miedo al virus de la enfermedad y falta de voluntad política para enfrentarlo.

Supongamos entonces una cadena de anomias. Un pueblo pacífico que nunca conoció violencia es obligado a aceptar la convivencia de personas inescrupulosas que no respetan la ley, que se declaran inimputables porque sí, generándose una nueva anomia porque son más poderosos, transformando los valores, creencias, costumbres y normas del grupo, de generación en generación, hasta cuando llega el momento en que la muerte, la ilegalidad, el incumplimiento de la ley es lo normal: una sociedad de bandidos, como en una cárcel, o como los pueblitos en donde las Farc imponen su terrorismo territorial. Todos los conflictos sociales del mundo son el resultado de anomias no resueltas y acumuladas. Igual pasa en Colombia y en otras partes.

Veamos un escenario como el de palestinos e israelíes. Leemos en +972 Magazine: “La juventud de Jerusalén Oriental ya no distingue entre la vida y la muerte. Orly Noy habla con el jefe del consejo de Jerusalén y con los padres acerca de lo que está impulsando a la juventud de la ciudad a la violencia. La respuesta, según Abed al-Karim Lafi, es: un cóctel deprimente y mortal de desesperación, humillación y abandono.” Ese mismo escenario lo podemos ver en los sectores deprimidos de nuestra patria que superficialmente llamamos policivamente inseguridad, cuando es enfermedad social.

Las causas externas de esa enfermedad se presentan cuando hay un colapso entre los medios institucionales y las metas culturales, por ejemplo, la paz. Ante la imposibilidad de disfrutar la paz por medios legítimos, se producen múltiples conductas desviadas llamadas ANOMIA, que políticamente se denominan falta de gobernabilidad. La acumulación de esas conductas produce la descomposición social. Otro nombre para la enfermedad es ausencia del estado. En ese escenario solo se ve el triunfo militar en la guerra, la cirugía invasora del tejido, como la única conducta social que define un acceso a la legalidad del poder para establecer el orden social, la normalidad. Por eso lo de La Habana es un paliativo, no es la solución. Se le llama ‘postconflicto’, pero nadie sabe qué es eso.

Décima lección. En ese escenario ¿cuál es el papel de la oposición? Su papel es inspirar la resiliencia, lo único que combate el virus de la anomia de manera pacífica. La palabra resiliencia es de origen latino. Viene del verbo resilio, que significa saltar hacia atrás, rebotar, repercutir. En psicología social y sociología no se le asocia a resistir, sino a sobreponerse a la adversidad y reconstruirse. A la capacidad de afrontar (no enfrentar) la adversidad. Y a recuperar el estado original que se tenía antes de la adversidad. Esa es la manera práctica de ejercer la paz y asumir la oposición. En las familias normales, las adversidades las fortalecen, no las destruyen. En una democracia sana, la oposición tiene la función de resiliencia sana para sí, obligando al gobierno a asumir un aprendizaje de flexibilidad creativa. No hablar tonterías e insultar.

Por lo tanto, la Resiliencia Nómica, lo contrario de anomia, es la capacidad innata y potencial que tienen todos los seres vivos para afrontar la adversidad y con ello alcanzar su bienestar diario. No existe solamente para recuperarse de fuertes caídas. Las características suficientes para que a una persona se le pueda llamar resiliente nómico serían: autoestima, autonomía, afrontamiento, conciencia, esperanza, responsabilidad, sociabilidad y tolerancia a la frustración. Ese es el papel del Centro Democrático. No es un papel político, sino uno de recuperación social ante los atropellos que se ven.

En entrevista de Santos con Patricia Lara en la que dijo que quería ser recordado como traidor a su clase, dijo además: “El poder es para hacer cosas, uno no puede dejarse afectar por él”… “¡En el poder a veces hay que sacrificar amores! ¡En la lucha por el poder sale lo peor de la condición humana! (Proyección de sí mismo.) Uno pone zancadillas… (Falta de empatía, de ética. La ‘zancadilla’ puede ser cárcel, persecución, abuso de poder, etc.) Pero yo trato de no dejar heridas incurables…” (Falta de responsabilidad; no asume el daño.)

Hasta que un día, víctima de su propio invento, a regañadientes le toca estrechar mano, desde su narcisismo e inmadurez, con la otra cara de la moneda, el narcisismo maligno encarnado en una sonrisa como la suya, bajo el auspicio de un dictador como el gestor de una anomia maligna, descarada y aceptada por la sociedad internacional, ¿en nombre de qué? De intereses. Se repite el cuadro del Acta de la Independencia: se detesta al posible gobernante, pero no se tiene la capacidad para independizarse de él. Frente a esa política enferma el Centro Democrático ofrece la resiliencia moral como respuesta. Aquí todavía no saben llamarla sino oposición.

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