¿Jaque a Santos por carta?

No hemos oído respuesta del Presidente sobre la carta que, según el guerrillero de las Farc, Carlos Antonio Lozada, les entregó Juan Manuel Santos cuando estaban en conversaciones preliminares al diálogo de La Habana.

Según Lozada, en dicha carta Juan Manuel Santos les dice que está de acuerdo con todos los planteamientos que ellos, los guerrilleros, le habían hecho, sobre sus ideas para el país, las del movimiento bolivariano que guía el modo como gobiernan los Castro en Cuba y Maduro en Venezuela, además del resto de los líderes del Socialismo del Siglo XXI en buena parte de los países latinoamericanos.

Creo yo que todo se apoya en el Foro de Sao Paulo y en Unasur, entidades que pretenden ser el remplazo de la OEA, que jugó un papel muy importante en el hemisferio americano y que incluye a Estados Unidos y Canadá, que no parecen tener posibilidad de asiento ni en el Foro y menos en Unasur.

Esta revelación de Lozada pone en una incómoda situación a Santos, en un peligroso jaque. Si reconoce que escribió la carta y que esa carta apoya al movimiento bolivariano, sabremos los colombianos del asfalto que antes de abrir la mesa de La Habana el Presidente ya había mostrado todas sus cartas. ¿Todo esto por el bien de Colombia? No lo creo.

Mirémonos en el espejo de Venezuela y en otros espejos. Pero, repito, por su ubicación geoestratégica, con costas sobre el Caribe y el Pacífico, Colombia es la joya de la corona del modelo castrochavista madurista. Tiene una posición geográfica privilegiada. No es sino mirar cuántos frentes guerrilleros y de otras fuerzas violentas tienen asiento en Chocó y en el Urabá chocoano, antioqueño y cordobés.

Esa carta nos hace pensar que no es cierto “que nada está acordado hasta que todo esté acordado”. Es una especie de cheque en blanco que Santos les dio a las Farc. Y ahora que se acabó el cese el fuego unilateral, violado tantas veces por esta guerrilla, debe estar muy angustiado. No puede volver a frenar el accionar de las fuerzas institucionales del Estado colombiano y en especial de la Fuerza Aérea Colombiana, que ha dado tantos golpes ahora que no está atada por una orden presidencial.

Algunos dicen que la solución es un cese el fuego bilateral. Podría serlo si no hubiera varios grupos violentos que seguirían dando golpes, con la venaja para ellos de una Fuerza Pública atada de pies y manos.

Creo que la única solución sería que Santos se echase para atrás con respecto a lo que dice la carta que menciona Lozada y pida que todos los guerrilleros de las Farc se concentren en dos, tres o cuatro puntos de la geografía nacional y estén vigilados por tres círculos concéntricos: el interno, conformado por guerrilleros. El segundo, controlado por el Ejército de Colombia. Y el exterior, el tercero, por la Policía Nacional.

Estas concentraciones deben tener una veeduría internacional o mixta que sea garante de la seriedad de los diálogos y de los acuerdos a los que se llegare.

Yo no me inventé este modelo, pero sé que funcionó acá mismo en Colombia cuando la Corriente de Renovación Socialista, CRS, una disidencia del Eln, resolvió dialogar en Flor del Monte, al sur de Cartagena, en el departamento de Bolívar. Yo fui parte de esos garantes. Los diálogos terminaron con un acuerdo de paz y la entrega de las armas por parte de los guerrilleros, a principio de los años noventa del siglo pasado, siendo presidente César Gaviria Trujillo y ministro de Defensa Rafael Pardo Rueda.

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