Que viva la oposición

Cada vez que el gobierno actual compra una conciencia o conquista un voto con sus falsas promesas, para reunir a su alrededor esa amalgama de oligarquías de la izquierda, de los inmensos ricos capitalistas que posan de populistas, para esquilmar al crédulo, para embobar al ignorante, o para alinear a su lado a los aprovechados perennes de los partidos políticos veleta, la oposición adquiere la inmensa responsabilidad de contrarrestar esa horrenda maquinaria, cuya mezquindad es salvaje. Ellos, los mamertos, hablan del capitalismo salvaje para criticarlo, cuando en realidad las oligarquías de la izquierda, a pesar de prescindir del corbatín, porque ahora lo esconden, son más fascistas y oligarcas que cualquier ultraderechista.

La oposición está ahora exclusivamente en el partido Conservador, y en el nuevo partido, el Centro Democrático; hasta no hace mucho, Clara López Obregón, la de los apellidos de alcurnia, la de sangre liberal, fungía de ser la candidata por el Polo, partido que se dice socialista. Los liberales en Colombia se las dan de izquierdosos, cuando no de medios socialistas. Y en la oposición estuvo el movimiento de Petro, mientras le convenía; son las conveniencias del poder. Dan lástima. Carecen de un norte ideológico definido, esos movimientos y partidos. Y sus líderes se las dan de dadivosos, siendo más bien unos tacaños ricos. Ricos populistas; que acogidos a la moda, y a la conveniencia electorera, se unen. Dios los cría y ellos se juntan.

Sabe Santos de sobra que el montaje alrededor del proceso de paz anda cojeando; debe saberlo, pero lo disimula. Y sus socios de hoy, esa amalgama de ideologías de fachada, fundamentan sus propósitos en la propuesta de la paz sin exigencias, y sin contraprestaciones. La oposición tiene la responsabilidad histórica de aterrizar toda esa farsa para rescatar lo poco que tenga de honesta. Todos los colombianos desean la paz, la necesitamos, pero la manera como se han desarrollado las conversaciones de La Habana dejan todas la dudas. Y nada se puede hacer ante todo eso; son hechos cumplidos. El país desconoce los alcances de los acuerdos, y Santos con su retorica balbuceante, y su argumentación de promesas, tan solo atina a vender la idea de que en su momento presentarán el producto final, para que la nación lo tenga que deglutir sin masticarlo. La indigestión que nos espera nos puede matar. Santos y su camarilla deberían saber eso.

Los congresistas de los partidos de la oposición, conservadores y Centro Democrático, representan la voluntad de más de medio país; me atrevo a decir que del setenta por ciento, pues la abstención se suma. Y se suma dado que la gente que no vota, se abstiene porque sabe que el dueño del poder siempre gana y de ahí su indiferencia en las urnas. No debiera ser así, pero eso es lo que tenemos. El día en el cual se imponga el voto obligatorio, a los aprovechadores de siempre se les pone el dulce a mordiscos.

A esos congresistas, debemos apoyarlos sin reservas; a los de la oposición. Para que desde el senado y la cámara, evitemos que se proponga un referendo repleto de inconsistencias y mentiras, o peor aún, la convocatoria a una asamblea nacional constituyente presidida por Piedad Córdoba y Timochenko, y conformada por los amigos del comunismo abyecto de Venezuela y Cuba, y por los amigos de Juan Pa.

oscaralbertodiazgarcia@hotmail.com

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