Ucrania y Colombia

“Debe preocuparnos lo que pasa en ese país”

Con la desintegración de la Unión Soviética en 1991 se creyó que la guerra fría, la confrontación entre el sistema democrático occidental y el comunismo leninista, era cosa del pasado. El futuro era la democracia, con economía de mercado incorporada. R.I.P. el totalitarismo con economía comunista donde el estado era dueño de los medios de producción. De este comunismo solo quedaron tristes rezagos, Cuba y Corea del Norte. Pero el totalitarismo, con otras características no desaparecerá de la faz de la tierra.

En cuanto al sistema económico la economía de mercado ha demostrado su eficacia pero en muchos lados desfigurada como capitalismo de Estado, sea que los sectores más importantes de la economía son propiedad del Estado, sea que, aunque la propiedad pertenezca a individuos, el estado es el que imparta las órdenes cuando los gobernantes lo estimen conveniente e, inclusive, decidan quienes deben ser sus dueños, es decir, que sus amigos sean quienes los posean. China y Vietnam son el mejor ejemplo y un poco más atrás Rusia. Venezuela parece decidirse  por la vía cubana.

Durante la llamada “guerra fría” los dos bloques chocaron por imponer sus respectivas ideologías, al punto de habernos colocado al borde de una catástrofe nuclear en varias ocasiones y proliferaron los conflictos bélicos locales con bandos respaldados por las respectivas potencias como en las guerras de Corea, Vietnam y otras menores. Pero hoy, la ambición imperial rusa, que quiere volver a la práctica de los países satélites, cuando un estado poderoso tiene “derecho” a controlar, política y económicamente a países vecinos, sin que estos puedan disentir y una interferencia extranjera se considera “casus belli”. Para Rusia implicaría perder influencia si Ucrania se integra económicamente a la Unión Europea, por eso Putin decidió invadir a Crimea, separándola de Ucrania, y luego fomentar, con tropas y armamento, la “autonomía” de parte importante del oriente ucraniano.

Estados Unidos y la Unión Europea, algunos de cuyos miembros sufrieron el yugo soviético de la posguerra, salieron en defensa de los ucranianos sancionando económicamente a Rusia la que tomó represalias. En definitiva, Putin se quedó con Crimea y el oriente de Ucrania permanece susceptible a la anexión por Rusia. Pero ¿en qué nos afecta a nosotros esta situación a miles de kilómetros de distancia? Probablemente Putin, como Hitler después de Múnich, quiera seguir ampliando su “esfera de influencia” y los occidentales deban, para proteger países como Polonia, Letonia o Lituania, iniciar una nueva carrera armamentista, desviando recursos que podrían venir a Latinoamérica.

Rusia, a su vez, fomentará cada vez más movimientos antiamericanos en áreas cercanas a Washington, como a las Farc y similares y a gobiernos, no amigos de Colombia, a pesar de lo que Santos diga, como los de Venezuela, Nicaragua o Ecuador. Si debe entonces preocuparnos lo que pasa en Ucrania.

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