Un enorme salto

"Estamos en un punto en el que o damos el enorme salto o rodamos al abismo".

Un lector de mis artículos me calificó de mequetrefe, palabra que me quedó sonando haciéndome recordar otras como triquitraque o “métèque”. Presintiendo que de nada bueno se trataba, consulté el diccionario y descubrí que me decían entremetido, bullicioso y de poco provecho. Tengo que admitir mi culpa, no puedo dejar de entrometerme al dar mi punto de vista públicamente desde que escribo estas notas semanales, que para algunos serán pura bulla sin provecho alguno, pero para otros, tal vez, no sea así.

Me arriesgo a nuevos calificativos con esta nota inspirada en una hipotética situación que imaginó William James para invitar a pensar sobre dos posibles maneras de afrontarla. Esta reflexión del fundador de la psicología americana me parece muy apropiada para este momento en el que tenemos la inmensa responsabilidad de depositar nuestro voto con el que decidiremos el futuro de Colombia. Dice William James:

“Supongamos que estoy escalando en los Alpes, y que tengo la mala fortuna de quedar en una posición de la que sólo puedo salir dando un salto enorme. Al no haber pasado antes por una experiencia similar, no tengo la certeza de mi capacidad para lograrlo. Pero la esperanza y la confianza en mí mismo me aseguran que no voy a errar, y que podré dirigir mis pies para ejecutar lo que quizá sin esas dos emociones subjetivas habría sido imposible.

Pero supongamos que, por el contrario, pensara que sería inadecuado actuar basándome en una presunción no verificada por mi experiencia anterior. Que dudara durante tanto tiempo que, al final, agotado y temblando, cayera en la desesperación, perdiera pie y rodara hacía el abismo.

En este caso, y es muy común, lo sabio es creer en lo que se desea. Porque creer es una de las condiciones previas indispensables para alcanzar cualquier objetivo. Entonces hay casos en que la fe crea su propia verificación. Cree, y tendrás razón, porque te salvarás a ti mismo. Duda, y también estarás en lo cierto, porque perecerás. La única diferencia es que creer es una amplia ventaja para ti.”

Los colombianos nos encontramos, justo ahora, en una situación como la que nos propone James: estamos en un punto en el que o damos el enorme salto que nos permitirá salir de una situación que no permite marcha atrás, o caemos en la desesperación y rodamos al abismo. Proponiéndonos la primera opción no tendremos la plena certeza de salir bien librados pero contaremos con la esperanza y la confianza en lograrlo. Por esta opción nos inclinamos quienes depositaremos el voto por Óscar Iván Zuluaga acompañados por esas dos emociones subjetivas que nos impulsan a salir airosos.

La segunda opción es la que representa la reelección de Santos. Sin mayor esperanza los colombianos podemos perder pie y caer al abismo. La perspectiva de continuar siendo gobernados por este presidente no es sino una manera de admitir que no contamos con la fe suficiente para enfrentar el reto que significa dar un salto del que no tenemos experiencias previas.

Por ejemplo, ante la posibilidad de que se realice un fraude para el 15 de junio podríamos sucumbir ante esta perspectiva o estar muy atentos a que, si se llegase a perpetuar, no llegue a las dimensiones que cobró el pasado 9 de marzo. Hay quienes dicen que la eficacia del Registrador en las elecciones del 25 de mayo y el triunfo de Óscar Iván Zuluaga fueron planeados para que en la segunda vuelta no se hable de fraude.

Ante esto se impone la fe de quienes nos encontramos, como nos lo propone James, ante una situación que tan sólo dando un enorme salto podremos sortear. Un salto con el que nos jugamos el futuro de Colombia y haremos bien en darlo con fe y confianza y no movidos por el temor y las pobres perspectivas que nos ofrece una reelección de Juan Manuel Santos.

Si se terminan las conversaciones de La Habana o si se pueden enderezar para llevarlas a buen término, son cosas que se verán luego de salir victoriosos. Esas conversaciones hacen del piso muy resbaloso y pueden llevarnos a rodar al abismo. Con ellas, como argumento principal de la reelección, se ha pretendido desdibujar una campaña con altura, argumentos y propuestas que no tiene parangón en la historia del país, como lo ha sido la de Óscar Iván Zuluaga.

Tenemos un compromiso con la historia que podemos asumir con entereza acompañados de la esperanza y la confianza a la que nos invita James y no claudicar ante el terrorismo, la delincuencia, la corrupción, la desidia de los gobernantes, el despilfarro de los dineros del Estado, la politiquería, la inequidad, el abandono y tantas plagas a las que quedaríamos condenados si resbalamos y rodamos al abismo.

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