¿Qué hacer?

Esa pregunta la están formulando en Colombia muchos de los que se consideran uribistas, ante la situación presentada por la orden de captura del expresidente Álvaro Uribe V. por parte de la Corte Suprema de Justicia. Tema que ha ido resolviéndose con las acertadas decisiones del expresidente y su equipo de abogados. Los próximos días se aclarará aún mas el panorama y el “secuestro” se convertirá sin lugar a duda en el fortalecimiento de la imagen del expresidente y el bumerang lanzado con sevicia por el populismo golpeará como todo bumerang a quien lo lanzó.

 

Pero la pregunta no se responde solo con la conclusión del episodio. Queda en el ambiente inquietudes que apuntan a las razones por las cuales La Corte es cooptada por el populismo y actúa de acuerdo con esos designios de venganza, pero también queda la preocupación de las razones por las que esa corriente mil veces derrotada en el mundo por sus nefastas experiencias avanza en el imaginario de la sociedad colombiana, entre los jóvenes, los intelectuales, sectores campesinos e indígenas y un importante sector del movimiento obrero.

 

Para contestar esa pregunta, que se la hizo en su momento de la misma forma Lenin quien desde su orilla puso a esa corriente a responderla y ofreció una serie de aclaraciones sobre la táctica que ese movimiento debía asumir para tomarse el poder, tal y como lo logró en 1917.

 

Tal vez recordando sus explicaciones, que son aplicadas con juicio por sus actuales sucesores, nos sirva para respondernos la pregunta frente a la desazón que produce ver el avance enemigo sin tener claridad como enfrentarlo.

 

Lo primero es que para el marxismo defendido por Lenin es necesario actuar en tres direcciones: la teórica, la política y la económica-práctica. Sin mucha profundización es claro que la económica práctica es donde los hechos históricos han controvertido sus propuestas y comprobado su fracaso. Pero no se puede negar que en el tema político el populismo en Colombia ha sido hábil y trabaja sin descanso. En ese terreno las acciones del expresidente Uribe, han logrado triunfos importantes, como los representados en los resultados electorales, desde las campañas presidenciales, pasando por las de Congreso y la más extraordinaria, como fue el triunfo en el plebiscito.

 

En dónde pues radican las razones del avance del populismo y nuestra relativa debilidad en la opinión nacional. Ellos han sido durante años aplicados en el debate teórico y han permeado con paciencia y persistencia los sectores que hoy nos extraña y preocupa que los controlen. Su ideario ha sido promovido desde hace décadas en los maestros que educan a nuestros niños de los sectores populares, a través de Fecode, entre los académicos y artistas, mientras nuestra corriente se ha quedado solo como un espectador inmóvil de esos hechos. Influyendo ideológicamente al magisterio llegan por obvia conclusión a las mentes de nuestros niños, que con el tiempo se convierten en jóvenes y luego en profesionales. Para el marxismo es claro que los movimientos espontáneos de las “masas” no tienen importancia, si desde “afuera”, o sea con la participación de intelectuales y teóricos, que les imprimen su visión del mundo, los influyen y controlan, pues espontáneamente tal como ellos lo saben, nunca lo lograrían.

 

Hoy existe un gran espiritu de unidad para defender la libertad de nuestro líder y se debe mantener así. Pero en cuanto al debate doctrinario o teórico, son precisamente las diferencias de opinión lo que permite enriquecerlo y dinamizarlo. Lo primero que debemos definir, es sí estamos dispuestos a dar esa batalla en el campo donde nos han cogido tanta ventaja. Consideramos que es la única alternativa, y es solo partiendo de una mirada y un ejercicio a mediano y largo plazo que podremos competirles.

 

Nuestros argumentos generales son claros y contundentes, pero no ganamos nada difundiéndolo con los copartidarios, eso por tanto nos obliga a llevarlos a los sectores que hoy están, o mal informados, ó confundidos. Esto no se logra solo con declaraciones en las redes ó noticias en los medios, sino fundamentalmente con un trabajo constante en esos sectores realizado por maestros, jóvenes estudiantes, artistas, campesinos, sindicalistas, pequeños y medianos empresarios del campo y la ciudad, que, identificados, lleguen a competir en ese campo con los que vienen desde hace años haciéndolo con los resultados que conocemos. Para lograr esto se requiere un acuerdo de los aparatos que hoy influimos, partidos políticos, centros de pensamiento, organizaciones populares, etc. para que aporten lo necesario y de esa forma se logre avanzar en la táctica descrita.

 

Los argumentos generales en defensa de la economía de libre mercado, de las libertades individuales etc., no tienen discusión y son todos bienvenidos a plantearlas y defenderlas, pero hay algunos asuntos propios de nuestra realidad que se elevan al plano teórico y que vale la pena recordar, para emprender estas acciones.

 

El primero es la explicación teórica dada por el uribismo frente a la violencia que ha azotado nuestra patria. Desde el inicio del primer gobierno del presidente Uribe incluso desde su gobernación, se planteó que la violencia ejercida por los grupos guerrilleros, no eran producto de un levantamiento popular contra una dictadura, sino que representaba una amenaza terrorista contra una democracia y sus ciudadanos. Este concepto, derrotado en el gobierno de Santos y elevada esta visión a que en el país existía un Conflicto Interno Armado, es el que sustenta ideológica y jurídicamente el Proceso de Paz que hoy padecemos como parte de la Constitución Nacional. Sobre este concepto de Conflicto Interno Armado se hacen propuestas como la de llegar a acuerdos similares con el ELN y sin decirlo claramente con las disidencias de las FARC. Los teóricos populistas y unos que sin serlo los acompañan, a nombre de la Paz, la cual anhela el pueblo colombiano, aprovecha la violencia terrorista para fortalecerse políticamente, han difundido ese argumento en todos los sectores de la sociedad y con eso ganan audiencia entre los jóvenes que no sufrieron los terribles episodios violentos de las Farc en su momento y lo que representó para el país la Seguridad Democrática. La pregunta hoy es, si esa concepción es válida, por qué tememos defenderla abiertamente y sobre todo por qué no la damos a conocer entre esos sectores que hoy están influenciados por el populismo.

 

El otro es el tema del sesgo político de algunos de los administradores de justicia. Esa discusión se viene dando desde hace varios años y si mal no recuerdo, al primero, entre otros a los que llamaron algunos uribistas la atención de que no era apropiado desconfiar de la lógica y esperada imparcialidad de nuestra Corte Suprema, fue al anterior Comisionado de Paz del gobierno Uribe el doctor Luis Carlos Restrepo. Este y otros episodios han dado la razón en ese análisis que comprueba con terribles hechos su certeza. Creo que es el momento de recoger esos casos para alimentar este debate, que tiene como conclusión la necesidad imperante de hacer una reforma de fondo de la justicia.  No es solo por el aberrante caso del expresidente Uribe, sino por un sinnúmero de ejemplos que demuestran que la justicia en Colombia hace parte de la actividad política y actúa en consecuencia y que esos Magistrados de hoy son los continuadores políticos de los anteriores que fueron enemigos declarados del uribismo y de todos aquellos que lo defendían.

 

Ante la pregunta ¿qué hacer?, respondemos lo siguiente: continuemos con las iniciativas individuales, denunciemos los hechos comprobados de los manipuladores de la justicia, apoyemos sin pausa y con valor a nuestro líder, pero además iniciemos una labor sistemática y permanente para difundir nuestra visión del mundo y de Colombia entre esa población a la que solo llegamos cuando hay elecciones. El tiempo nos dará la razón sin lugar a duda y el futuro dependerá mas de nuestras acciones que la de los opositores.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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