Carta del Director

En este entorno, estamos obligados a trabajar duro, a ser creativos y a revisar cada decisión, en nuestra organización, en nuestros grupos de influencia, y, sobre todo, debemos buscar la forma de ayudar a nuestros compatriotas. De hecho, ésta es desde siempre nuestra misión más importante: “Fortalecer y promulgar los principios democráticos, la economía libre y responsable, así como el respeto de los derechos humanos para contribuir a la seguridad y progreso de las naciones de América Latina.”

Como todos los años, en enero reviso para mis análisis académicos, estadísticas e información en general sobre como cierra el año y la perspectiva del venidero. En esta ocasión leyendo el documento del Banco Mundial del 18 de enero del año 2020, para compararlo con año 2021, encuentro el siguiente planteamiento: “La economía mundial experimentará un ligero repunte, si todo va bien; y el crecimiento de los mercados emergentes y las economías en desarrollo se acelerará en 2020 debido a que algunas economías emergentes superarán el período recesivo”. Efectivamente, eso no pasó en ninguna de sus partes.

La magnitud de esta crisis económica por la pandemia la hace diferente a cualquier otra, dijo en conferencia de prensa el jueves pasado el director regional para América Latina y el Caribe de la OIT, Vinicius Pinheiro. “Es una crisis que llega a todos los sectores económicos y también estamos hablando de niveles de desocupación y desempleo sin precedentes en la historia”.

Al cierre del año, los datos retratan una realidad económica cruda y difícil. Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la economía se contraerá 7,7% en 2020 y crecerá 3,7% en 2021. La mejora no será más que un “rebote estadístico” y no alcanzará para recuperar los niveles de actividad económica previos a la pandemia del coronavirus. Por su parte, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dijo que “el valor de las exportaciones de bienes se contraerá entre 13% y 11% este año, limitando los ingresos que entran a los países”.

Todos los latinoamericanos esperamos que con la llegada de la vacuna para el coronavirus vuelvan los trabajos, el mercado y la dinámica económica que se perdieron por la pandemia. Los organismos multilaterales plantean que la recuperación empezará en el primer trimestre del 2021, “pero será cuesta arriba y no se dará por completo. Esta dependerá de qué tan eficiente sea el Estado en distribuir y administrar la vacuna, si tiene la capacidad de mantener los estímulos fiscales para ayudar a sus poblaciones y cómo los Gobiernos manejen posibles inconformidades sociales”; Colombia no es la excepción, y ha sido el trabajo honesto, duro y eficiente de nuestro querido Presidente Iván Duque el que nos ha permitido navegar en medio de esta turbulencia.

En una presentación, como parte de su último Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2020, la Cepal apuntó a cuatro factores que definirán la recuperación económica: la intensidad y propagación de la segunda ola de contagios, la agilidad para producir y distribuir las vacunas, la capacidad de cada país para continuar con los estímulos monetarios y fiscales y las tensiones geopolíticas o sociales que puedan surgir. Pero definitivamente lo que nos permitirá avanzar serán nuestros principios, valores y creencias, que son las que guiarán esas acciones, en lo individual y en lo colectivo.

El año pasado nos puso de frente a la muerte, enfrentamos pérdidas, nos frustramos por logros no cumplidos, posiblemente se exacerbaron los ánimos por errores cometidos en el pasado; nos vimos obligados a hacer ajustes importantes en nuestra vida, y algunas cosas posiblemente no salieron como esperábamos, pero esta crisis templó nuestra voluntad y nos trajo múltiples enseñanzas, como apreciar lo que realmente cuenta: nuestros valores. Ellos son efectivamente el faro que nos guía en la peor de las tempestades: así fue en 2020 y así será en 2021.

Generalmente no se cita a Nietzsche para un comienzo de año, pero lo que aconteció en el año 2020, perfectamente se ajusta y concuerda con lo vivido: “Lo que no me mata, me hace más fuerte», Y así es, a pesar de atravesar la peor situación en calidad de vida de los últimos años, y de quedar en una de las condiciones más vulnerables en la historia remota, por la peor crisis sanitaria, económica y social en casi cien años, y de las grandes dificultades que atravesamos juntos, nuestras familias, nuestra casa, algunos en nuestros cargos y posiciones, algunas de nuestras empresas, se mantienen con el espíritu en alto, sólidas en la fe y grandes en la expectativa de crecer a pesar de la adversidad.

En este entorno, estamos obligados a trabajar duro, a ser creativos y a revisar cada decisión, en nuestra organización, en nuestros grupos de influencia, y, sobre todo, debemos buscar la forma de ayudar a nuestros compatriotas. De hecho, ésta es desde siempre nuestra misión más importante: “Fortalecer y promulgar los principios democráticos, la economía libre y responsable, así como el respeto de los derechos humanos para contribuir a la seguridad y progreso de las naciones de América Latina.”

Si mantenemos la fe, y el talante mostrado, seguro el 2021 será un año de grandes logros personales, porque no hay nada más satisfactorio que vencer la adversidad.  2020 nos hizo más fuertes, nos enseñó nuevas formas de afrontamiento, nos permitió valorar más todo lo que nos rodea, analizar con mayor profundidad lo que no se hace bien en nuestro país, pero también logró afianzar nuestra fe. Por ello, tenemos mucho que agradecer este comienzo de año; porque tendremos la oportunidad maravillosa de seguir avanzando, y con el compromiso grande de aportar a nuestras comunidades, porque todos los que estamos en este camino y decidimos otorgar parte de nuestro tiempo y vida a hacer un mejor país, asumimos parte de esta responsabilidad, de ayudar a lograr un mejor futuro.

A mis compañer@s del Centro de Pensamiento, a sus familias, a los que nos apoyan,  colaboran y comparten nuestras actividades les quiero agradecer por su apoyo y pedirles que nos ayuden a fortalecernos este año, para llevar a nuestra sociedad por el camino de la prosperidad, y lograr nuestra visión: “En el año 2030 la Fundación se habrá consolidado como uno de los tanques o centros de pensamiento más importantes de América Latina, y un referente a nivel mundial en la defensa de los principios democráticos, los derechos humanos y el desarrollo sostenible”.

Quiero cerrar, retomando de nuevo al filósofo Alemán: «Solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado».

Dios nos bendiga.

Carlos M. Serra A.

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