No van a ser los señores candidatos, ni tal rol vamos a desempeñar los electores; el centro, el motor, el motivo, la meta, de las próximas elecciones, va a ser el Registrador de la República.
Así como suena.
No va a ser elegido.
Ese no es su juego.
Simple y humildemente, va a elegir a quien siga manejando el país.
Por orden de Santos; sí, de Santos…
Y, Santos, por orden de Timochenko.
Y, los tramposos, tienen listas las trampas; así se les dice ahora a las urnas.
Si en alguna faltan unos votos, se sacan de otra a la que le sobren.
Si en todas faltan, para completar el enigmático porcentaje ganador, el doctor Tarjetón los elabora en un momento. (por favor, Tarjetón así, con j.)
A pasos gigantescos.
A plena luz del día.
Pisoteando todas las normas, todas las leyes.
Burlando el pasado y el presente y el porvenir.
Mintiendo, traicionando.
Importándoles un huevo, un pepino, un tinto, una papa para fritar; un algo cualquiera que produzca la tierra y que sea alimento, trabajo, unos bellacos, con Santos a la infame e indigna cabeza, están arrastrando a Colombia hacia lo más profundo del foso castrochavista.
Del que saldremos el día que el último individuo de pasadas cinco o seis generaciones aparezca y, con voz moribunda, diga, “volvamos a empezar”.
No me estoy dando por derrotado.
El asunto es que reconozco la capacidad, el poder, de la corrupción.
De los corruptos.
De las trampas y tramposos.
No les tengo respeto.
No lo merecen.
Les tengo miedo.
Lo infunden.
A partir de hoy faltan tres semanas.
Tres destituciones de Petro.
Tres reintegros de Petro.
Tres huesudas poses de Amparito Grisales.
Tres nostálgicas e irremediables y más huesudas poses de Am…
Dentro de tres semanas le pondremos media banda a uno de ellos, o de ellas, y quedaremos listos para constatar la fuerza de Alvaro Uribe Vélez.