A la parcialización de muchos medios que no están practicando lo que tanto pregonan acerca del equilibro informativo y se han convertido en serviles gacetilleros al servicio del candidato de sus simpatías, hay que sumarle ahora algo tanto más grave y a lo cual hizo referencia en día pasado Juan Gossaín.
Se trata de aquellos periodistas encargados de generar las noticias y de comentarlas, quienes, lejos de ceñirse a informar y reseñar un hecho, toman partido y desbaratan la neutralidad que es norma de excelencia en el llamado por muchos “el maldito oficio”.
Y es así como, en medio de la noticia como tal, se toman la licencia de comentar su contenido, bien sea para tergiversarlo, exagerarlo o ignorarlo, entremezclando sus apreciaciones personales, sus sátiras y sus venenos en una actitud que les hace perder la objetividad que debería caracterizarles.
Tenemos, por ejemplo, directores de noticieros opinando en medio de la lectura de las noticias y columnistas informando a su manera acerca de las noticias, las que acomodan según sus conveniencias alterando, y de qué manera, la verdad de los hechos.
Una vez concluidos estos comicios, que ojalá terminen rápido, y tras la guerra de noticias sesgadas y columnas malalechudas, el periodismo nacional debería ser sometido a una seria reflexión en torno a la manera como se ha ido perdiendo el norte de esta actividad en la que no faltan los improperios y las acusaciones falaces.
Capítulo aparte merecen las redes sociales que, como viuda negra, atrapan a incautos y los enredan de manera perversa convirtiéndolos en títeres y testaferros.
¿Será que nadie le puede colocar cortapisas a ese nido de las más bajas pasiones?
Repito: no a los informadores que manipulan las noticias y no a los opinadores que acomodan las noticias.
P.D. ¿Por qué se les ordenó a todas las unidades de la Fuerza Pública cerrar sus cuentas en las redes sociales —Twitter, Facebook, Instagram, blogs, You Tube—?