Comercio exterior, el reto

La situación de comercio exterior del país se ha venido deteriorando progresivamente. La diversificación de las exportaciones es una necesidad urgente. Se requiere de una política eficaz.

Durante el año 2014 la balanza comercial del país sufrió un drástico cambio de signo. De los superávits comerciales registrados en lo corrido de la presente década, el año pasado la balanza comercial pasó a presentar crecientes déficits, los cuales no se tenían desde 2007.

A octubre de 2014 el déficit acumulado de la balanza comercial era de 3.596 millones de dólares. Según algunos analistas, esta cifra es una de las más altas de las últimas décadas.

A pesar del evidente deterioro del sector externo, la situación de la balanza de pagos del país es muy diferente a la que se tuvo años atrás. La entrada de la inversión extranjera directa y de portafolio ha registrado récords recientes lo que, por ahora, asegura el adecuado financiamiento del déficit comercial.

Sin embargo, no es aconsejable que el sector externo presente un marcado deterioro en medio de una recuperación lenta de la economía mundial, de unos mercados altamente volátiles, y de la caída abrupta del precio de las materias primas en particular del petróleo, producto del cual Colombia generó una alta dependencia en sus exportaciones.

Este no es un fenómeno exclusivo del país. Recientemente el BID se mostró preocupado con la creciente “vulnerabilidad externa” de las naciones latinoamericanas la cual, a juicio del Banco, se ha agudizado por “la falta de diversificación sectorial de los flujos de exportación”.

Infortunadamente, el país, a pesar de haber emprendido desde principios de la década de los noventa la globalización de la economía, no ha logrado mayores avances en la diversificación de sus ventas externas. Por el contrario, lo que se ha presentado es un fenómeno de concentración en bienes básicos, como el petróleo y el café.

Dada esta dependencia, la destorcida de los precios de las materias primas ha afectado la entrada de divisas del país, sin que las exportaciones de otros sectores la compensen.

A esta situación se ha llegado a pesar de que desde los años noventa los diferentes gobiernos han propiciado la firma de diversos TLC y han implementado distintos programas de estímulo a las exportaciones.

A pesar de las dificultades que enfrenta la economía mundial, Colombia tiene a su favor algunos factores, como la devaluación y los TLC (en particular el de Estados Unidos), que bien aprovechados podrían dinamizar el sector exportador.

La devaluación, además de devolverle la rentabilidad a la agricultura y a la industria, sirve de estímulo a sus exportaciones. De otra parte, el avance que muestra la economía estadounidense se convierte en un claro incentivo para impulsar las ventas a dicho mercado.

Recientemente el Gobierno Nacional anunció una ambiciosa política de estímulo a las exportaciones y al turismo. Para ello ha establecido una serie de instrumentos, como el acceso al crédito y la promoción de la innovación. Adicionalmente, se cuenta con el programa de aprovechamiento de los TLC.

La situación comercial del país es aún manejable, sin embargo, de no tomarse de manera oportuna y eficaz las medidas requeridas, las cosas se pueden complicar, llegándose a comprometer la estabilidad macroeconómica.

Es claro que la situación del momento demanda de realizaciones efectivas en materia de exportaciones. Esto hace necesario que la nueva política para el sector se aplique prontamente, y que la energía y la eficacia que la ministra Cecilia Álvarez mostró en la cartera de Transporte se la aplique a las actividades exportadoras.

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