Ataque con carro bomba en Colombia muestra interés del ELN por las ciudades

El ELN asumió la responsabilidad del atentado con un carro bomba ocurrido hace una semana en Bogotá, lo cual no solo marcó el fin de las conversaciones de paz con el Gobierno de Colombia, sino que además mostró el notable fortalecimiento de este grupo guerrillero en los últimos dos años. La pregunta es: ¿qué implicaciones tiene este hecho en la reconfiguración del grupo irregular?

En un comunicado publicado el lunes 21 de enero en su portal Voces, el Ejército de Liberación Nacional (ELN) confirmó su autoría en el ataque del pasado jueves 17 de enero a la Escuela de Cadetes de la Policía Nacional General Santander en Bogotá, que dejó 21 muertos y 80 heridos.

“La operación realizada contra dichas instalaciones y tropas (La Escuela de Cadetes de la Policía Nacional), es lícita dentro del derecho de la guerra”, dice el pronunciamiento de esta guerrilla, a la vez que sostiene que es una “respuesta en legítima defensa” a los ataques del Gobierno.

La aceptación de la responsabilidad del hecho terrorista viene a confirmar los hallazgos y sospechas de las autoridades colombianas desde el inicio de las investigaciones, cuando señalaron a este grupo guerrillero como autor material e intelectual del hecho, luego de identificar el cadáver conductor del automóvil explosivo como José Aldemar Rojas Rodríguez, alias “Mocho” o “Kiko”, quien de acuerdo con información ofrecida en rueda de prensa por la Fiscalía General, pertenecía a las filas del ELN.

Al conocer los primeros resultados de las investigaciones, basados principalmente en la identidad del autor material, el presidente Iván Duque hizo público el fin de las conversaciones de paz con el ELN, y pidió activar las órdenes de captura de los 10 integrantes del ELN que forman parte de las negociaciones de paz realizadas en Cuba y de los miembros del Comando Central (COCE), estructura de mando principal del ELN.

Sin embargo, desde la mesa de diálogos en Cuba Israel Ramírez Pineda, alias “Pablo Beltrán”, jefe negociador y miembro del COCE, admitió que no tenían conocimiento sobre el atentado o sobre el modo de operación que se utilizó. Lo que puso evidencia posibles diferencias o distanciamientos entres las distintas facciones que componen esta guerrilla sobre el procesos de paz.

Análisis de InSight Crime

La magnitud del atentado ocurrido en Bogotá desnuda los posibles desacuerdos al interior del ELN sobre los diálogos de paz y deja muy claro el fortalecimiento que ha tenido el ELN desde que las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) comenzaron su proceso de desmovilización y reincorporación a la vida civil a finales de 2016.

De hecho, el ELN se ha convertido en el actor criminal más importante del país, ocupando territorios controlados anteriormente por las FARC y aumentando su participación dentro del narcotráfico y otros negocios ilícitos.

Además el reciente atentado no solo da luces sobre el poderío militar y económico que ha logrado el ELN. Esta acción ofrece un panorama sobre la aplicación de algunos lineamientos que se definieron en los dos últimos congresos del ELN, como es llevar a las ciudades su histórica disputa.

Esto significa que los centros urbanos vuelven a cobrar un valor estratégico para el ELN, retomando lo definido en el Cuarto congreso del ELN, en 2006 y ratificado en el Quinto congreso, en 2015, donde este grupo ilegal identificaba las ciudades como centros de las principales discusiones políticas del país.

“Nos entendemos parte de un proceso de construcción del ELN, que mira de forma integral la ciudad región y los espacios urbanos, suburbanos y rurales, desde las definiciones del V Congreso… El FGUN (Frente de Guerra Urbano Nacional) continuará atendiendo las 10 ciudades que trae: Barranquilla, Cartagena, Cúcuta, Bucaramanga, Barrancabermeja, Medellín, Bogotá, Cali, Popayán, Neiva”, dice el documento del Quinto congreso al que tuvo acceso InSight Crime.

Ante la falta de resultados en el proceso de paz, pudiera estarse dando también un avance en implementación militar de “la lucha armada revolucionaria e insurgencia popular”, que el ELN definió en su Quinto congreso. Los ataques a dependencias policiales en Bogotá (2019) y a Barranquilla (2018) podrían ser un ejemplo de esta estrategia.

En este contexto cobra importancia la figura de Gustavo Aníbal Giraldo, alias “Pablito”, siendo el responsable militar del ELN dentro del COCE y líder histórico del Frente de Guerra Oriental, desde donde se habría gestado el atentado de Bogotá.

Esta acción también podría revelar una articulación más fuerte entre los frentes económicamente más poderosos y el frente urbano.

Sin embargo, no deja de lado la continuación de las acciones militares en los principales escenarios de combate en las zonas rurales, donde frentes con amplia capacidad económica y militar como los frentes de guerra Oriental y Occidental mantendrán sus acciones bélicas, según lo confirma Jaime Arias, alias “Uriel”, uno de los comandantes del frente de Guerra Occidental del ELN en audios difundidos por algunos medios.

El ataque también dejó al descubierto la falta de la cohesión dentro de la guerrilla -ya de por sí fraccionada debido a la estructura federal que utiliza- en torno al proceso de paz. La falta de poder real que tiene el COCE sobre el actuar de los frentes, podría crecer con el fracaso de los diálogos, y resultar en un ELN menos disciplinado en su participación en actividades ilegales.

Esto debilitaría la posibilidad que se tiene de reunir a esta guerrilla para futuras y eventuales conversaciones de paz.

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