Costosas rodilleras

Desde que Maduro nombró a Ernesto Samper como Secretario General de la Unasur, hay que reconocer que ha sido un servidor fiel.

Cuando vivía Chávez, sus caprichos de dictadorzuelo los pagaba él con el dinero de sus compatriotas. Pero ahora que su sucesor está en la ruina por su empeño en continuar la política represiva, corrupta y populista del coronel golpista, habrá que ver quién financia el pomposo engendro llamado Unasur.

Y qué función le darán para justificar ante los contribuyentes colombianos su existencia. De momento, que sepamos, tiene asignada la gloriosa misión de tapar las cotidianas violaciones de la democracia y los Derechos Humanos de la República Bananera Bolivariana, expandir el Socialismo del Siglo XXI por la región y crear un tribunal supranacional con el fin de santificar los abusos de los amigos y las salvajadas de las Farc y otros grupos terroristas, así como fustigar enemigos.

A la inauguración del edificio de 20.000 metros cuadrados, cerca de Quito, que seguí por Telesur (canal vocero de las Farc), asistieron unos pocos mandatarios democráticos, el ramillete habitual de los autoritarios, el payaso venezolano, que ya cuenta menos que el celador, y el nuevo Secretario General, una momia política con más resurrecciones que Lázaro.

“El pueblo es el que manda, el que decide”, dijo con su acostumbrado cinismo Ernesto Samper, en su breve discurso, recordando, quizá, que el pueblo no lo dejó ser embajador en Francia en el gobierno de Uribe. Tiene suerte de que la mayoría de la gente ni sepa que existe o no le importe Unasur o se aburrió de pelear contra el asombroso poder que aún detenta el exliberal.

Desde que Maduro lo nombró por sugerencia de nuestro Presidente, hay que reconocer que ha sido un servidor fiel, si bien al principio exageró tanto el mandado que su amiga la Canciller lo tuvo que reprender. Como aquella ocasión en que Samper declaró: “El asesinato del joven diputado Robert Serra y su novia es una preocupante señal de la infiltración del paramilitarismo colombiano”, solo para contentar al que habla con pajaritos.

Por supuesto que no ha pronunciado palabra sobre los arbitrarios encarcelamientos de líderes opositores y la represión a María Corina Machado. Y es que esa no es su función. La que le encomendó Santos es encubrir a Maduro para tenerlo contento y conseguir que todos ayuden a que funcione la lavandería de crímenes que gestan en Cuba.

No dudo, después de escuchar a Correa y otros, de que el trabajo va por buen camino. Samper se mueve como un pez en las turbulentas aguas en las que estarán diseñando el tribunal que busca sustituir a cortes internacionales serias, de peso y exigentes en materia de crímenes atroces. Allí irán a parar, para que las bendigan, decisiones como que el narcotráfico sea un delito conexo con el político, como ya anunció Santos (por mucho que eche la culpa a los periodistas, lo dijo), igual que el reclutamiento de menores y el secuestro de uniformados y políticos. Si coronan su objetivo, los jefes farianos se podrían mover por un territorio extenso, sin el riesgo de que los atrapen, para hacer proselitismo y crear movimientos extremistas por si los Socialistas del Siglo XXI los necesitan.

NOTA. Los únicos culpables de la foto del general con Pastor Alape fueron Santos, que aceptó su viaje, y Cuba y Noruega, que permitieron el show mediático y que el otro miembro del secretariado que viajó desde Cuba, Carlos Antonio Lozada, hiciera apología del terrorismo en las comunidades campesinas donde liberaron a los soldados. Quedó registrado en el noticiero de las Farc.

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