¿Eso es lo que quieren?

La semana pasada se presentó una asonada en el departamento del Cauca contra quienes erradicaban los cultivos ilícitos en forma manual. Con palos y machetes fueron atacados los trabajadores que arrancaban las matas de coca. Unos quinientos violentos atacaron a los hombres que cumplían la misión, ya que se acabó la erradicación aérea por los supuestos daños que hace el glifosato a la salud de las personas. ¿Lo que quieren es la asonada?

Esos quinientos atacantes fueron organizados por los interesados en que no se destruyan las matas de coca. Interesados son los narcotraficantes y los guerrilleros activos, disidentes o como los quieran llamar, que es lo mismo. Y son quienes tienen la capacidad de organizar a un grupo numeroso para atacar a los que cumplen esa labor.

Se me ocurre pensar que, si se quiere seguir con la erradicación manual, ese trabajo debe hacer parte de las penas que se aplican a los guerrilleros sometidos a la justicia especial para la paz. No van a pagar cárcel, deben pagar la pena en otros quehaceres, entonces, quedaría bien que fueran ellos quienes cumplan la labor de erradicar los cultivos como pena alternativa. Por supuesto vigilados por la fuerza pública.

Hay que replantear la política impuesta por quienes supuestamente entregaron las armas, los bienes, las tierras y todo aquello que ahora, como se suponía, esconden la verdad. También se suponía que estarían bajo la vigilancia del Estado cumpliendo con los compromisos de La Habana, pero, los comprometidos en delitos recientes, andan escondidos en Colombia o protegidos en Venezuela.

Vuelvo a preguntar, como lo he hecho antes: ¿cuántos muertos hubo mientras se aplicó con reconocida eficiencia el glifosato y cuántos cuando la erradicación se hace en forma manual? Los cultivos ilícitos están en zonas inaccesibles, en lo profundo de la selva. Lo digo porque los he visto desde los helicópteros. Los he visto en Antioquia, en el Chocó, en el Meta, en el Putumayo y en muchas zonas del país, durante los años que presté el servicio público. La única manera de llegar a esos cultivos es por aire y la única manera de hacerlo con eficiencia es con el glifosato.

Pienso que es más peligroso un machete bien manejado que un frasco de glifosato bien manejado.

Definitivamente, si queremos que se acaben los cultivos ilícitos (no justificarlos diciendo cultivos de uso ilícito, como los mamertos los califican) hay que volver al uso tan eficiente del glifosato.

Otro tema: lo que hoy ocurre con los paros, con las asonadas, con las huelgas de toda naturaleza es lo que sucede al principio de cada gobierno, es lo que se llama popularmente “le están midiendo el aceite al nuevo presidente”. Que se lo midan está bien y mucho mejor cuando la respuesta es con la autoridad que se necesita en un país corrupto, descompuesto, entregado a la subversión y a los violentos como lo dejó Juanpa -como le gusta que le digamos- el indigno fugitivo. El presidente Duque tiene la autoridad suficiente y el coraje necesario para controlar esos brotes de violencia.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar