La directiva 15 y las misiones beta

Los bombardeos de nuestra Fuerza Aérea neutralizaron cabecillas principales de las farc y pusieron a correr a los sobrevivientes quienes, a través de los contactos que han mantenido siempre los bárbaros con las élites políticas, por iniciativa de ellos pero con la titularidad presidencial, acordaron unos diálogos que ya van para cuatro años, durante los cuales se han arriesgado la Constitución, el Estado de Derecho, la Institucionalidad y se ha ignorado el sentir de la mayoría de los colombianos. El Supremo ordenó entonces suspender los bombardeos y los terroristas dijeron haber suspendido su delinquir armado.

Ahora, el ministro de Defensa declara que la Directiva 15 contempla de nuevo los bombardeos pero contra el Crimen Organizado (CO), metiendo en camisa de once varas al mando militar que firme la orden de alguna Misión Beta. Tal Directiva demuestra el descuido del Gobierno a lo que se ha venido advirtiendo como la principal amenaza contra la seguridad nacional: el narcotráfico. Exigida por los terroristas y para “generar confianza”, según el libreto oficial, se suspendió la fumigación aérea, lo que incrementó los cultivos de coca y aumentó cuantitativa y cualitativamente los ahora llamados Grupos Armados Organizados (GAO), título con mayor connotación política que el de bacrim.

Beneficiadas de esta bonanza coquera, las farc han sido señaladas como el cartel más grande del país por una comisión técnica en La Habana, mientras los US las titula como uno de los principales del mundo. La amalgama entre CO y las farc es inequívoca y plantea serios interrogantes: el armamento que tienen los GAO ¿justifican el empleo del arma más letal del Estado? ¿En qué circunstancias la Policía, institución natural y legítima para combatir el CO, solicitará un bombardeo? ¿Se bombardearán concentraciones del CO (GAO) en donde haya estructuras de las farc? ¿Se están caracterizando los GAO (CO) como un enemigo del Estado que, al requerir el empleo militar, podrá ser sujeto de futuros diálogos? El mejor indicio de que esto podrá llegar a ser así, es la negación enfática del presidente a tal eventualidad. ¿Se estará complaciendo a los jefes terroristas que insisten en caracterizar al CO-BACRIM-GAO como el óbice paramilitar a sus promesas de desarme? ¿Es esta una advertencia y velada presión a los guerrilleros habaneros?

Frente al tono del ministro tratando a darle seriedad a su Directiva 15, sobresale el pausado, sobrio y casi sombrío del Comandante de la Fuerza Aérea que sí conoce los riesgos de tal decisión y lo que espera a sus valientes pilotos, con la Convención de Palermo y todo. Recuérdese el infame caso de Santo Domingo, Arauca.

Para llevarnos a donde quiere, el presidente de turno flirtea con sus dos armas más poderosas: la chequera y las bombas.

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