Un panorama confuso

¿Cuál es la realidad? ¿Podrá Peñalosa ser el 'outsider' que muchos buscan? ¿Estará la paz a la vuelta de la esquina o tal sueño no es compatible con los gruñidos de 'Iván Márquez'?

Creo que los colombianos, en su gran mayoría, deben andar tan despistados como yo. Todo es confuso. Comenzando con las caprichosas encuestas en torno a las próximas elecciones presidenciales de mayo. La primera de ellas apareció en este diario un domingo, hace dos semanas, con una inesperada revelación: Enrique Peñalosa pasaba a la segunda vuelta con opciones de derrotar a Santos por un estrecho margen. “Con esto aparece un país absolutamente distinto al que estábamos viendo”, le oí decir a un cáustico observador de nuestra realidad, Alfonso López Caballero.

¿Tenía razón? Me temo que sí. Esta encuesta demolía por primera vez la idea de que la reelección de Santos estaba asegurada. Ni Óscar Iván Zuluaga, ni Marta Lucía Ramírez, ni Clara López podían derrotarlo. En cambio, beneficiándose con un descenso vertical del voto en blanco, que en febrero alcanzaba el 41 %, Peñalosa aparecía de la noche a la mañana al frente de una inesperada tercería con opciones de triunfo. Tenía –o tiene– otra ventaja sobre sus competidores. No se muestra ajeno al proceso de paz, bandera de Santos. Incluso, ofrece mantener a los negociadores del actual gobierno en La Habana. Sólo exige algo muy bien recibido por la opinión pública: que las Farc suspendan sus acciones terroristas mientras se adelantan los diálogos.

Yo estaba dispuesto a pedir a las diversas corrientes de oposición que tomaran en cuenta esta realidad, cuando algo desconcertante ocurrió días después. Nuevas encuestas devolvían a Peñalosa a su modesto 8 % de opciones, dejando en segundo puesto, en un empate del 9%, a Óscar Iván Zuluaga y a Clara López. Es decir, volvíamos al viejo cuento.

Muchos se preguntan, en almuerzos y tertulias, si estas últimas encuestas son válidas o deben verse como una travesura de J. J. Rendón, el asesor publicitario del presidente Santos. Su estrategia, como bien sabemos, consiste siempre en desinflar a los contendores de su candidato.

Para que el panorama electoral de mayo sea más confuso hay que detenerse en un hecho que tiene perplejos a los observadores internacionales. ¿Cómo es posible –dicen ellos– que se vea tan probable la reelección de Santos cuando el 62 % de los colombianos se opone a ella? Aquí se abre todo un abanico de razones. Para unos, es el mágico efecto electoral de la mermelada. Para otros, los logros conseguidos por el actual gobierno. En este diario y en noticieros de televisión se informa sobre una baja apreciable del desempleo, 400.000 campesinos rescatados de la pobreza y una supuesta buena imagen internacional. Pero como rechazo a estas últimas aseveraciones, el periodista español Ricardo Angoso, en un reciente artículo, sostiene que en los campos de la salud, la educación, la infraestructura, la inequidad social y el alto nivel de pobreza, el actual presidente la lleva perdida.

El camino que seguimos no es claro. Basta encender la televisión para encontrarse cada día con dos realidades opuestas. De un lado, la propaganda oficial mostrándonos un panorama radiante de conquistas sociales y económicas logradas. Pero a renglón seguido vemos tenebrosas informaciones de muchachos asesinados para robarle un celular, mujeres ultrajadas en TransMilenio, policías secuestrados, torturados, muertos y colgados de un árbol, además de masivas protestas campesinas en todo el país.

¿Cuál es la realidad? ¿Podrá Peñalosa ser el outsider que muchos colombianos buscan? ¿Será cierto que llamamos mermelada a la inversión que hace el Gobierno en las regiones atendiendo las sugerencias de los políticos locales? ¿Estará la paz a la vuelta de la esquina o tal sueño no es compatible con los gruñidos de ‘Iván Márquez’?

¡Qué despiste! Ojalá los debates nos permitan ver con mayor claridad por quién debemos depositar nuestro voto.

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