¿Sirven los diplomáticos colombianos?

En sentido amplio es el manejo de la política exterior que se realiza por intermedio de misiones permanentes acreditadas para gestionar asuntos bilaterales o multilaterales entre diferentes estados. La diplomacia recae en el cuerpo diplomático, conjunto de funcionarios que encabezan los embajadores. Pero el cuerpo diplomático, en los regímenes presidenciales como el nuestro, depende directamente del Jefe de Estado, puesto que lo representan como sus agentes ante otro estado. El Ministro de Relaciones Exteriores es el jefe administrativo del cuerpo diplomático, pero la jerarquía política la tiene el Presidente, responsable de dirigir las relaciones internacionales. Los diplomáticos gozan de privilegios, como la inmunidad en las sedes, residencias, vehículos, correspondencia o valija diplomática. Antes de ser designados, el Estado que los nombra consulta con el Estado receptor para obtener el “agreement” o beneplácito, de tal manera que esa persona sea grata.

Los diplomáticos en las misiones ante otros estados o en organismos  como la ONU, la OEA, Unesco o Unasur, suelen ser de carrera, pues existen programas académicos donde se forman. Unas pocas universidades bogotanas tienen, desde los albores republicanos, el monopolio de los cargos diplomáticos. Toda una rosca que nace de la elección de los Presidentes de la República que, salvo excepciones, son también capitalinos de la fronda aristocrática rola. Observemos la lista de los presidentes de los últimos 50 años: Laureano Gómez, Urdaneta, Lleras Camargo, Lleras Restrepo, Pastrana padre e hijo, López Michelsen, Turbay, Samper, Santos. Rojas Pinilla y Gaviria siempre afincaron en la capital. Son de provincia Belisario Betancur y Álvaro Uribe. Con Uribe cambió el uso del Palacio de Nariño pues dejó de ser club de fans y bar nocturno. Pero solo logró desenquistar una parte de la burocracia diplomática. De ahí el odio de las castas y de los periodistas bogoteños.

Los diplomáticos, salvo casos raros, no enfrentan a los detractores de la nación y del Jefe de Estado, a quien representan. Anarquistas vagos de profesión, exiliados ultraizquierdistas, funcionarios clandestinos de la guerrilla, seudo perseguidos que viven de gorra con la ayuda del “imperialismo humanitario” se pasean por los países de la Unión Europea, dan conferencias y lloriquean ante la TV, deforman la realidad y difaman de empresarios, trabajadores, gobierno e intelectuales. Mientras tanto embajadores, agregados, cónsules, ministros consejeros y funcionaros de planta no salen de cocteles, fiestas nacionales de cada legación, visitas mutuas y amores exteriores. Pagamos en dólares sus servicios y recibimos noticias de sus silencios y sorderas. Colombia no tiene cuerpo diplomático, sino diplomáticos de cartulina.

Jaime Jaramillo
Elmundo.com

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