Ensayos contra las libertades

La libertad es el bien ciudadano más preciado. La libertad está por encima de todas los demás derechos constitucionales. Por la libertad lucharon los cristianos en Roma y en las catatumbas para obtener su reconocimiento. Por la libertad se rebelaron Espartaco y los esclavos, aunque muchos sacrificaron su propia vida. Por la libertad se hizo la  revolución inglesa que sometió el rey a la norma y le impidió aplicar arbitrariamente los impuestos. La revolución francesa, con su consigna inolvidable, “libertad, igualdad, fraternidad”, hundió para siempre el absolutismo y demostró, para bien de la historia, que los libertarios también fueron arrollados por su excesos brutales. La Revolución rusa fue el resultado de la insurrección popular contra el despotismo del Zar y sus aristócratas que mantenían en la servidumbre y semiesclavitud a sus pueblos. ¿Acaso no fue la revolución en Norteamérica, primero, y luego en las colonias españolas en el resto de América el movimiento político más importante por la libertad, la autonomía y la independencia para librarnos respectivamente de las coronas imperiales de Inglaterra y España? Por la libertad han muerto millones de seres humanos que han optado, han determinado que es preferible morir que vivir sin ella. De esa estatura moral y política son los héroes que nos dieron la independencia en 1819. La Constitución que rige las democracias, contempla las libertades, con regulación y respeto, y como base de la sociedad humana, no obstante que en varios lugares del mundo, los pueblos siguen en esa histórica tarea.

 

Resulta que los gobernantes de hoy, idealizando el bien común, hacen ensayos de suprimir libertades, como la libre movilización, con argumentos ambientales, la nueva gran categoría universal de la supervivencia.  El día sin carro es un simple y engañoso ensayo que no tiene efectos de fondo, aunquesi en apariencia. Los pueblos que agachan la cabeza y van entregando sus libertades a cualquier tecnócrata ilusionista de ocasión, abdicarán en el futuro de toda capacidad crítica para defender sus derechos. El gobierno en manos de experimentadores para dar lecciones evidentes que convierten en promoción burocrática, es un gobierno que nunca tomará decisiones de fondo. Si los vehículos automotores son la causa de la polución, entonces financie y subsidie un plan  donde los propietarios de esos vehículos sean adaptados a nuevas fuentes de energía. Y además, el gobierno debe suprimir la importación y  el ensamblaje de ese tipo de vehículos. ¿No es una contradicción que estén los mercados abiertos a la venta de carros polucionadores y que el mismo gobierno prohíba su uso por esa misma y conocida razón?

 

Los burócratas de la experimentación con las libertades constitucionales y escondidos tras la careta del bien común, jamás se les ocurriría, por ejemplo, lo siguiente: en vista de que los bosques suministran la materia prima para el papel, y la tala de los árboles es un grave perjuicio para la humanidad, se decreta para ensayar, que un día no salgan los periódicos impresos. En Medellín El Colombiano, El Mundo, ADN y Quihubo no circularían. Lo mismo podría hacer el alcalde de Bogotá. Entonces no circularían El Tiempo, El Espectador, La  República y otros. El resultado se mediría por la cantidad de árboles que durarían uno o dos días más. Pero este ensayo ni se piensa siquiera por que afecta la libertad de prensa, la libertad de opinión y la libre empresa, mucho más cuando algunos gobernantes son dueños de esos medios.

 

Otro ensayo que vaya en beneficio de la tranquilidad ciudadana perturbada por el ruido. Medellín tiene un alto índice de ruido provocado por múltiples actores: las motocicletas en primer lugar, los vehículos automotores, los taladros y la dinamita en la construcción, los altoparlantes de promoción mercantil, los mariachis, las rocolas y las ambulancias. ¿Por qué no ensayar un día contra el ruido, ordenando por un decreto el silencio de todos esos factores que atentan contra la salud mental, el desarrollo laboral y el bienestar de la ciudadanía?

 

Los graves problemas necesitan soluciones de fondo que contemplen el respeto por las libertades individuales. Los globos de ensayo son mascaradas que no forman conciencia, sino que causan alarma meramente para que todo siga siendo igual. Un verdadero gobernante propone soluciones viables, factibles y democráticas. El Concejo Municipal debería debatir estos paños de agua tibia y aplicar el voto de censura a los programadores de fantasías.

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