Nueva ofensiva de Hugo Chávez contra el ex presidente Uribe

¿Por qué la prensa no admite que lo que hace en estos días Iván Cepeda no es una “denuncia ante la Fiscalía” sino una nueva fase de su obsesión convulsiva contra el ex presidente Álvaro Uribe  para aprovechar la presencia en Cartagena de numerosos periodistas extranjeros por la Cumbre de las Américas?

 

¿O cómo se puede explicar que la supuesta “denuncia ante la Fiscalía”  del vocero comunista coincida con  la nueva cruzada de Telefarc (perdón, Telesur) contra el ex mandatario colombiano?  El canal chavista presentó, en efecto, casi el mismo día de la gesticulación de Iván Cepeda, el primer tramo de un folletón tóxico intitulado "Expediente Uribe", un montaje  de imágenes y sonido realizado según la técnica stalinista de la mentira asombrosa.

 

Para estar a la altura de la nueva campaña del dictador Hugo Chávez contra el líder colombiano, Iván Cepeda propuso esta vez las imágenes de unas declaraciones (no se sabe obtenidas bajo qué presiones o qué promesas) de dos paramilitares presos, Pablo Hernán Sierra, alias "Alberto Guerrero", y Juan Monsalve.  El autor del nuevo montaje conoce a esos dos individuos desde hace años. Los dos figuran en un panfleto de calumnias alucinantes que él ayudó a redactar en 2007 contra el presidente Álvaro Uribe y contra la clase política colombiana.

 

Ese libro no solo difama al presidente Uribe. También es difamado el presidente Juan Manuel Santos quien aparece en una lista bajo el calificativo de “paramilitar que ha participado en crímenes”.  Ese panfleto le da el mismo tratamiento al ex vice presidente Francisco Santos. El ministro Germán Vargas Lleras aparece allí como “paramilitar”. El General Oscar Naranjo Trujillo es mencionado como “narcotraficante”. La lista de calumniados es larga.

 

Ese libro, que todo el mundo parece haber olvidado, muestra lo que son las acusaciones de Iván Cepeda. Sorprende por eso que la Fiscalía tome en serio el nuevo montaje y declare,  como si nada, según aseguró hace dos días la página web de RCN, que “ya se inició investigación preliminar contra el ex presidente Uribe ante la Unidad delegada ante la Corte Suprema de Justicia”.  Parece, además, que el nuevo Fiscal General, Eduardo Montealegre,  ya tiene cita con Iván Cepeda para que éste le dicte lo que debe hacer. En todo caso, Iván Cepeda explica que, en la reunión, Montealegre será notificado de “cuáles son los tiempos y los ritmos de esa investigación”.

 

Si esa es la “independencia” del nuevo Fiscal General, quien sin chistar se deja manosear de esa manera por el vocero extremista, puede ya la ciudadanía saber cuál será el resultado de la pretendida “investigación” de la Fiscalía.

 

La prensa dice que el parlamentario del Polo Democrático (comunista) trata de acusar a Álvaro Uribe por hechos supuestos  ocurridos “entre 1995 y 1997”. ¿Por qué Cepeda esperó hasta hoy para presentar esa denuncia?  ¿Porque no tenía el aval de Caracas? Según un comunicado de Iván Cepeda, éste mostró unas fotos donde “se aprecian hombres de camuflado y con fusil al lado de cambuches".

 

Quien se aparece con un puñado de fotos para sustentar una tesis es alguien sospechoso. Todo periodista sabe (o debería saber) que un individuo que propone imágenes como “prueba” de algo debe ser visto con recelo.

 

Pues la fotografía es fuente de manipulación.  Toda persona sabe que ninguna imagen  es neutra,  que toda fotografía es una puesta en escena, que el fotógrafo puede escoger un ángulo, un plano, según lo que quiera decir,  que una imagen puede ser utilizada para inducir en error. Sabe, además, que una imagen puede ser más fuerte que un escrito. Sabe, sobre todo,  que una imagen, por todo lo anterior,  puede  modificar los comportamientos. 

 

Quien propone fotos sabe lo que hace: él cuenta con la curiosidad natural,  con el voyerismo espontáneo de ciertos públicos.  El sabe que, en general, quien acepta esas imágenes acepta, sin pensarlo, la musiquita que las acompaña: la interpretación que se le ofrece. Incluso si el acto de recibir es consentido,  el acto de dar se convierte en una violación, en una tentativa de esclavizar al otro, en un intento de modificar su conciencia, para someterla a los más bajos instintos.

 

¿Iván Cepeda no oculta nada al proponer esas fotos?  ¿No entra él en un juego de manipulación?

 

Si se examinan esas fotos se ve que éstas  no prueban nada.  ¿Un hombre disfrazado con fusil, gorra y camuflado, caminando por un potrero, o posando bajo un árbol, qué prueba? Nada distinto a lo descrito.

 

No hay nada más desacreditado hoy en día que la llamada “prueba por la imagen”. Pues  nada es más modificable y adulterable que una fotografía.  ¿Stalin no era experto, ya en 1930, en mentirle al mundo adulterando ciertas fotos?

 

En el nuevo circo  de Iván Cepeda, admirador de Stalin en sus horas perdidas, cuatro personas, una sola armada, bajo una tolda de 2×2 metros bajo un arbolito demacrado en un potrero, es la gran prueba de que en ese lugar había un “grupo paramilitar”.  ¿Quién puede creer eso? ¿No hace eso reír?  Esa foto de los cuatro personajes muestra, como mucho, que en una finca hubo cuidanderos. ¿Tener cuidanderos en una finca, en una región expuesta a los desmanes de la criminalidad,  es constituir un “grupo paramilitar”?  

 

¿Ese es el nuevo embuchado que Iván Cepeda quiere hacer pasar?  ¿Todo propietario que pretende cuidar su  casa, o su terruño, o su hacienda, es ya un “paramilitar”?  ¿Todo lote de tierra debe quedar sin protección alguna ante la delincuencia?  ¿Esas es la nueva doctrina que la Fiscalía y el gobierno deben adoptar?

 

En todo caso, este nuevo escándalo estaba siendo impulsando tras bambalinas.  Cepeda dice que la secretaria de la Unidad Delegada ante la Corte Suprema de Justicia le informó que la “investigación penal” contra el ex presidente Uribe  había comenzado  “el 10 de diciembre de 2011”, y que el encargado de ésta es el doctor Julio Ospino Gutiérrez.  Al inventar un caso que habría ocurrido cuando Álvaro Uribe no era presidente de la República,  Iván Cepeda espera utilizar los servicios del nuevo Fiscal General y evitar el trámite que exige la Constitución ante la Comisión de Acusaciones.

 

Sorprende, y mucho, el silencio de la Casa de Nariño ante la nueva maniobra del régimen dictatorial de Caracas contra un ex presidente de la República de Colombia. El presidente Juan Manuel Santos, a pesar de las diferencias que existen entre él y el ex presidente Uribe, no puede seguir callado, ni jugar el papel del mandatario neutral,  ante la viciosa operación de Telesur y de Iván Cepeda contra los intereses y contra la soberanía de Colombia.

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