¿Participó Caracas en el atentado contra Fernando Londoño?

Como no lograron matar al ex ministro con una bomba-lapa, quieren liquidarlo ahora con una injuria. Como no han logrado sacar al ex presidente del juego político colombiano y continental ahora quieren abatirlo con un ridículo infundio.  El nuevo invento es tan risible que  sus efectos se devolverán contra Caracas.

 

La gesticulación de un supuesto “politólogo” venezolano, un tal Pérez Pirela,  quien sin sonrojarse dijo ante  un medio chavista que el atentado contra el ex ministro de Justicia y periodista colombiano Fernando Londoño Hoyos había sido “planificado” por el ex presidente Álvaro Uribe y por el mismo Fernando Londoño,  es  un acto grotesco que muestra la bajeza y la debilidad mental en que han caído los peones de la dictadura venezolana.

 

Es, también, un indicio paradojal e interesante: el régimen narco terrorista de Venezuela podría haber participado de alguna manera en el sangriento atentado del 15 de mayo de 2012 en Bogotá que estuvo a punto de asesinar a Fernando Londoño, le quitó la vida a dos de sus escoltas e hirió a otros 32 colombianos.

 

Lo primero que hace un terrorista tras cometer su crimen es lanzar elementos de desinformación para desviar a los investigadores que se enrumban hacia él. La fabricación de rumores es uno de los medios utilizados para levantar cortinas de humo.

 

Si un vulgar sacamicas de Hugo Chávez acepta jugar el  triste papel de rata catódica que lanza mentiras enormes que nadie cree es porque Caracas se ve en un callejón sin salida.  Altos responsables de la Policía colombiana declararon poco  después del atentado contra Londoño que las Farc, cuya dirección se esconde en Venezuela, están involucradas en los hechos del 15 de mayo (el carro-bomba desactivado y la bomba-lapa). Es posible que esas mismas autoridades estén hallando pruebas que permitan pensar que  la orden de ese atentado, decidido por los jefes de las Farc, tuvo también el aval de Caracas.

 

Las falsas “revelaciones” del falso “politólogo” Pérez, un evidente acto de desesperación, muestran que la propaganda de Caracas trata de ocultar la verdad y anular las declaraciones valientes del sacerdote y periodista  Pedro José Palmar quien afirmó ante los medios, como el diario Tal Cual, de Caracas,  que “Timochenko”, alias del jefe de las Farc, vive en Venezuela, en una finca de Adán Chávez, hermano del presidente Hugo Chávez y gobernador del estado de Barinas.

 

Es igualmente la respuesta a las declaraciones de la diputada venezolana María Corina Machado quien asegura que el presidente Chávez “sabe dónde hay presencia” de las Farc en Venezuela. “El hecho de que [Chávez] reaccione a una instalación de militares colombianos al otro lado de la frontera es porque sabe dónde está la guerrilla”, explicó Machado.

Tras la emboscada tendida por las Farc el 21 de mayo de 2012, a 150 metros de la zona fronteriza, vereda La Victoria, en la que murieron 12 militares colombianos y cuatro más fueron heridos,  ya nadie duda, ni las más altas esferas del Gobierno ni del Ejército colombiano,  que las huestes de Timochenko se esconden y atacan y arreciarán sus ataques desde Venezuela. “Sabemos que el frente 59 de las Farc salió de Venezuela para atacar a los uniformados y posteriormente huyó de nuevo hacia el vecino país”, detalló el comandante del Ejército colombiano, general Sergio Mantilla.

 

Esa misma emboscada, donde un helicóptero militar venezolano protegió a las Farc y estuvo, según un medio colombiano, a punto de disparar contra un helicóptero militar colombiano,  creó tal tensión que Hugo Chávez teme que Santos se vea obligado a tomar medidas nuevas para proteger a Colombia. Por eso Chávez hizo saber que había ordenado el despliegue de 3000 soldados a lo largo de la frontera con Colombia “para reforzar la seguridad”. Por eso el ministro Maduro hizo ir a Caracas a la canciller colombiana  para amarrar a Colombia con la creación  de una “coordinación eficaz” para “combatir los grupos armados” en la frontera.

 

¿Cómo tomará la opinión y sobre todo el alto mando colombiano esa pérdida de soberanía en caso de que  la posición colombiana en esa área ultra sensible dependa del visto bueno de Caracas?

 

El embuchado de Pérez cae como anillo al dedo para  desviar la atención sobre estos espinosos asuntos y sobre la naturaleza de la matanza del 15 de mayo.  Caracas quiere que la investigación en Bogotá se cierre con una acusación contra una misteriosa “extrema derecha” pues  Chávez ha decretado que el culpable del atentado contra Fernando Londoño es el propio ex presidente Uribe. Que belleza. ¿Los investigadores en Bogotá acatarán esa orden? ¿La prensa colombiana, aún la más sumisa, se tragará semejante culebra?

 

¿Es él quien está tratando de frenar la investigación por el atentado contra Álvaro Uribe en Buenos Aires? ¿Por qué  el juez federal Norberto Oyarbide dice que hay “gatos encerrados” en ese caso? Oyarbide dijo que la bomba en el Gran Rex estaba preparada “para provocar muertes de personas”. ¿Por qué la Policía Federal, muy cercana al gobierno Kirchner, transformó esa bomba en un dispositivo “de estruendo”?

 

Los crímenes que están cometiendo las Farc en estos días en Colombia y en el continente están tendiéndole, aunque no lo quieran,  una trampa al mejor amigo colombiano de Hugo Chávez.

 

Pues ha llegado la hora de escoger. ¿Santos, quien no ha querido aceptar lo que dice la Policía colombiana, sobre todo el general Luis E. Martínez, sobre la participación de las Farc en el atentando contra Fernando Londoño, aceptará las “informaciones” del miserable Pérez contra el ex presidente Uribe y contra el ex ministro Fernando Londoño?

 

¿Dejará el presidente Santos insultar de esa manera a un ex presidente colombiano inmensamente legítimo y popular? ¿Permitirá que contra la víctima sobreviviente del atentado del 15 de mayo las Farc y el chavismo se ensañen una vez más contra ella por la vía de la insinuación calumniosa? 

 

El presidente Juan Manuel Santos debe escoger. O acoge la infamia de Pérez  y valida el segundo atentado contra el ex ministro y periodista Fernando Londoño, o repudia eso, como ha hecho con vigor el ex presidente Uribe, y defiende el honor de esos dos colombianos ilustres.  

 

El tiempo de la vacilación se acabó. Su negociación secreta con las Farc, con patrocinio cubano, le está estallando en la cara. Sobre todo está costando muchas vidas de colombianos. El orden público está en crisis en todas partes. ¿Seguirá con eso? El juego de la doble vía se cerró. O se está con un régimen detestable y moribundo, enemigo de Colombia, dispuesto a anegar en sangre, en cualquier parte del mundo, como lo admitió el propio Fidel Castro hace unas semanas, todo intento por restablecer la democracia y las libertades, o se está con los pueblos colombiano, venezolano y latinoamericano que luchan por la libertad y la democracia. 

 

Presidente Juan Manuel Santos: uno de esos campos es incompatible con el otro.

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