No más al ‘show’ en Cuba

La historia está llena de ejemplos acerca de que la paz se consigue mediante la acción de las fuerzas legítimas, que le abre las puertas a un final político sin rendición del Estado ni el otorgamiento de concesiones inaceptables al terrorismo. Esa es la ecuación apropiada.

Lo demás son intentos ingenuos, para calificarlos bondadosamente, que nunca son correspondidos por quienes lo que buscan es imponer su versión de un sistema político y económico a bala, o beneficiándose de los afanes y sueños de grandeza de su interlocutor en la mesa.

¡Hay que decir las cosas con esta claridad!

Mientras se les permita seguir buscando oxígeno político, las Farc continuarán aprovechando todos los espacios que se les regalen.

Juan Manuel Santos cometió un grave error histórico, al abandonar una ruta que estaba acercando a nuestro país a un escenario de posibilidades reales de paz, para transitar otra vez por caminos que condujeron a frustraciones y fracasos en el pasado.

Después de haber intentado todo para llegar a marcos de entendimiento con las Farc, es decir, amnistías, indultos, ceses bilaterales de fuego, conversaciones en el exterior, zonas de distensión, puertas abiertas en la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, en fin, de no ahorrar esfuerzos ni imaginación institucional, se estaba avanzando hacia un espacio que no ha sido posible ensayar.

Dicho marco es el de los diálogos previa cesación de las acciones terroristas de esa organización. La decisión de cambiar de rumbo tendrá un costo incalculable para el país.

En este momento de intensa controversia, en medio de una polarización estimulada por la Casa de Nariño, desde donde se levanta el dedo acusador para señalar como enemigos de la paz a quienes proclaman que ella debe ser sin impunidad, las consecuencias de esa inmensa equivocación no se visualizan con claridad.

Pero, mañana será otro día y cuando llegue la hora de corregir los errores quedará en evidencia el grave daño que se le ha hecho a la Nación.

El lamentable espectáculo del Presidente levantando la voz para reclamar a las Farc que jueguen limpio, como si alguna vez lo hubieran hecho, no es más que la prueba de su angustia por la cercanía del proceso electoral, de cara a los engaños y ausencia de voluntad real de paz de los terroristas.

Sí, en la práctica, en La Habana hay dos procesos: el que solo está en la mente de los ideólogos oficiales y, por otro lado, el de las Farc, que lo que buscan es acabar con todo, a fin de construir su propio edificio. Lo mejor para Colombia hoy es decirle no más al show de Cuba.

Carlos Holmes Trujillo García

Exministro y exembajador

carlosholmestrujillog@gmail.com

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