POR LO QUE MÁS TU QUIERAS, ¿HASTA CUANDO? ¿HASTA CUANDO?

La primera palabra que vino a mi mente fue patético. ¿Sí será patético? Dudé y preferí buscar en el diccionario.

Patético es lo que “es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía”. ¡Sí! Sí era patético lo que estaba viendo. Pero la palabra no me "llenaba".

¿Oprobioso, tal vez? Sí parecería, porque oprobioso es lo que causa oprobio y oprobio es “ignominia, afrenta, deshonra”. Y el tal video me parecía afrentoso. Pero tampoco me llenó esa palabra.

Malévolo sí parecía más exacto. Volví a rae.es y busqué malévolo.  Es lo “hecho o dicho con mala voluntad”. Sí. Sí podía ser malévolo.

En fin, el video que les recomiendo y que con estos instrumentos tecnológicos que tengo a la mano ahí les mando (http://www.youtube.com/watch?v=4wCstXBBbhs&feature=youtu.be), es, sí, patético, malévolo, oprobioso.

Bueno, el video no. Él es en sí mismo un vehículo material que nos trae a unos cuerpos y a unas mentes, esas sí oprobiosas, malévolas, retorcidas, brutales y que producen cosas patéticas. Me refiero a los tales alias “Santrich” y alias “Iván Márquez”, “plenipotenciarios” de las Farc según la calificación que se les da en un documento que lleva la firma del propio Presidente de la República de Colombia.

Vean el video y comprenderán porqué cualquier demócrata, con una pizca de formación intelectual y de patrimonio ético, siente repulsión al oír a los Roy y Benedetti informarnos que vamos a ver el año entrante a semejantes sujetos investidos con rango de senadores. ¿Cómo diablos se le ocurre a alguien civilizado, que esos señores puedan ser, válidamente, convidados a la mesa de la civilización, un Congreso democrático?

Bueno, no le demos más largas al tema. Supongo que ya habrán visto el tal video. ¿No les parece que es prueba fehaciente de que los criminales de las Farc van por el poder, y por nada más? ¡Qué cuentos de víctimas!, dicen. ¡Qué cuentos de perdón! Ellos son un partido en armas y el uso de la violencia es un “instrumento político” tan válido como cualquiera otro, como lo es repartir volantes o hacer empanadas financiadoras, por ejemplo.

Ellos están utilizando las conversaciones de La Habana para reacomodarse internacionalmente, para recuperar fuerzas, contactos, hacerse tratamientos médicos, reunirse con sectores políticos que comparten sus doctrinas (y que para mayor mal de Colombia, controlan el poder en sus respectivos países).

La escena que les envío tiene tres personajes. Un periodista de la TVE, al que solo se le ve la mano y el micrófono. Luego aparecen “Santrich” y “Márquez”. Vienen, debidamente abrazados, un poquito ‘jalados’ (¿mojitos?, ¿whisky?). Parece, todo indica, que habían estado en una de las francachelas mamertas que, dicen, son cosa de todos los días allí.

Displicentes, como haciéndole un favor al corresponsal español, hacen una parada. Oyen, burleteros,  su pregunta: ¿están preparados para pedir perdón? “Márquez” estrecha el hombro de su colega, el “inefable Santrich”, le hace como una seña de “hable usted”, sonríe, feliz, como dejando claro a la humanidad entera que Cuba es su segunda patria, que lo legal y lo ético de Colombia les importa un comino. “Santrich” mira a su jefe sin verlo, recibe la vocería con igual espíritu burletero, y entona como respuesta, con voz pastosa y borracha, los famosos versos escritos allá en la isla por Oswaldo Farrés, “quizás, quizás, quizás”.

¡Sí, hombre Juan Manuel (el Necio)! Ten la seguridad de que con las Farc cada que les preguntes que “cuándo cómo y dónde”, te responderán, para ganar tiempo, “quizás, quizás, quizás”. Ten la certeza, Juan Manuel (el Necio), que pasarán los días, y que a tí, desesperado, te estarán contestando, “quizás, quizás, quizás”.

Estás perdiendo el tiempo, Juan Manuel (el Necio). ¡Por lo que más tú quieras!, ¿hasta cuándo? ¿Hasta cuándo?

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