Sí, el Gran Colombiano

La mamertería en pleno había empezado a llorar desde el domingo mismo de la elección, a pesar de que se trataba de un asunto anecdótico y banal.

Cuando muchos se preguntaban por qué Uribe fue escogido el colombiano más importante de la Historia, el director de la Policía Nacional, general José León Riaño, le puso esta cereza al postre: “Con razón la gente extraña al expresidente Uribe”.

El general se refería a que, cuando Uribe era Presidente, se les prestaba inmediata atención a los problemas de seguridad, y a que hoy no sucede lo mismo. Grave aseveración, que fue desmentida desde Palacio con el argumento de que lo citaron “fuera de contexto”.

Pero los ánimos ya venían caldeados. La mamertería en pleno había empezado a llorar desde el domingo mismo de la elección, a pesar de que se trataba de un asunto anecdótico y banal. El Espectador, por ejemplo, se comportó como periódico de pueblo y salió, en su editorial, a demeritar la opinión mayoritaria.

Gentes sin oficio especularon que la elección de Uribe fue manipulada por tratarse de un supuesto integrante del consejo directivo de News Corporation, conglomerado de medios del magnate Rupert Murdoch, al que le atribuyen falsamente la propiedad de The History Channel por un convenio para su difusión en la India a través de una red subsidiaria del magnate. Pero History es propiedad del grupo A+E Networks, que a su vez pertenece a The Walt Disney Company, que cotiza en bolsa, y a The Hearst Corporation, de la familia Hearst, grupos que son pura y dura competencia del viejo Murdoch.

También señalaron a J. J. Rendón –asesor de Santos– de haberse inventado ese show televisivo cuando es un viejo formato de la BBC que se ha reproducido en decenas de países.

Para infortunio de los inconformes, la designación fue prontamente ratificada: en encuesta de EL TIEMPO y La W, el 58 por ciento de los comentarios favoreció a Uribe; en un sondeo de la revista Dinero, el 70 por ciento respaldó la designación, y en La FM, el 75 por ciento ratificó lo dicho por León Riaño: que la gente lo extraña.

Claro que el pataleo de los mamertos no es nuevo. Desde el 2002, las mayorías que elegimos y respaldamos a Álvaro Uribe hemos sido tildados de poco menos que de imbéciles por los críticos de izquierda, los que siempre le apostaron a la caída de Uribe en las encuestas y trataron de incriminarlo de todas las formas imaginables en espera de que se le agotara el “teflón”, lo que nunca ha sucedido. En el 2006 se incrementó la votación y en el 2010 se reeligieron por amplio margen sus políticas. Y, a pesar de que esta comunión entre Uribe y los colombianos se ha mantenido casi invariable por más de una década, aún hay quienes no aceptan esta tozuda realidad, tan simple de entender.

Churchill le pidió a su pueblo el sacrificio de verter “sangre, sudor y lágrimas” para derrotar a Hitler y lo logró. Reagan enterró el comunismo y le devolvió a su país la supremacía mundial. Uribe recibió un Estado fallido y nos devolvió un país. Esas son las grandes hazañas que los pueblos no olvidan.

No se trata de hacer culto a la personalidad ni de sugerir que alguien es perfecto o único, pero tampoco de hacer un estricto balance histórico. En esto la gente no se ciñe a la historia oficial, sino a su historia personal, a lo que han vivido, a lo que les dice su experiencia, y eso merece tanto o más respeto que el que reclaman esas minorías que creen tener la autoridad moral y la preponderancia intelectual para descalificar lo que no les gusta.

Reagan les ganó a personajes de la talla de Lincoln, Luther King, Washington, Franklin, Jefferson, F. D. Roosevelt, Edison, Einstein y otros. Pero, seguramente, a ningún analista serio se le ocurrió decir que la elección de este actor de cine fuera una muestra de la “esquizofrenia” norteamericana.

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