VENTARRÓN POLÍTICO

Con todos sus ventarrones y copiosos aguaceros politiqueros, Colombia es tan solo una tormenta pasajera, fugaz. Aunque no por ello debemos descuidarnos porque el aparataje de las autoridades nuestras en la Habana, no es igual al de los narcoterroristas de las farc.

Hay, sin embargo, otra tormenta más preocupante: la entrega de nuestra soberanía.

La historia nos hace jugadas en las que la sociedad aunque es tolerante, se niega a aceptar, porque hay jugadores de póker como el actual presidente Santos, político malvado con cara de bondadoso, independientemente de sus gran condición como  embaucador, en una democracia aparentemente generosa copiada de los regímenes populistas del siglo XXI que conforman el Alba.

Han ofendido y calumniado a nuestro máximo conductor Álvaro Uribe Vélez, divulgando fantasías que solo caben en sus mentes calenturientas, atrevidas y dañinas en una suerte de intimidación emocional; estas nuevas versiones esgrimen ahora sus espadas con astucias con su arquetipo Juan Manuel Santos, quien se acomodó en su gobierno pensando: “Le sigo, le sirvo, hago méritos, consigo la presidencia y luego entrego el país a mis copartidarios, es decir a las farc y así llega  mi desquite”, porque cuando los hombres no se avergüenzan del mal causado, es porque sus huesos y su mentalidad están carcomidos y  ya los ha invadido. 

Esto responde en realidad, a lo que estamos viviendo a nivel colombiano, es como una degradación de la democracia y de los partidos políticos, que nos conduce a regímenes  del siglo XXI, donde se encontrarían limitadas tanto la participación democrática, que queda excluida del nivel de las libertades económicas y de los espacios de integración regional, como las libertades, que son reducidas al ámbito de lo esencial para el racionamiento del mercado.

No hay mayor éxito que hacer lo correcto, mi mayor aplauso al CENTRO DEMOCRATICO fundado y orientado por verdaderos demócratas con una tarea primordial, ser luz de lo bueno y ejecutarlo, haciendo tanto bien como sea posible aun a nuestros adversarios y siempre con un propósito presidencial.

Quiero, deseo no admitir esto, pero la gran mayoría de los integrantes del partido la U, en su diario accionar manifiestan ser “urivistas” para seguir engañando a las gentes y esto me obliga a decirles, que no sigan practicando el juego del póker que aprendieron de Juan Manuel Santos y más bien se dediquen a trabajar, trabajar y trabajar. Estos señores hacen confundir al pueblo con su maligna incultura; mostrando proverbial y ancestral calma por su hipocresía y lo peor de todo, con aceptación sumisa y mucha amabilidad. Y lo grande y peor del caso es que, nos lo estamos creyendo. Pongámosle el ojo a esa otra tormenta antes de que se convierta en un huracán que acabe con el poquito de paz que aún nos queda y tengamos que regresar como ya ocurre en muchas partes de nuestra geografía a las pescas “milagrosas” en las carreteras, aunque el chantaje en estas poblaciones del sur les funciona a las mil maravillas.

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