En Colombia, cuando se realizan paros en diferentes sectores de la vida nacional, como el agrícola, camionero, minero y salud, principalmente por la falta de concertación y el incumplimiento de parte del gobierno, la justeza de esas protestas sociales es indiscutible, y a ello se agrega la solidaridad de los sindicatos, a través de las centrales obreras, partidos políticos y movimientos populares, sin embargo el grupo terrorista de las Farc busca pescar en rio revuelto, usando organizaciones de fachada como la Marcha Patriótica, el Congreso de los Pueblos etc. , para infiltrar e incidir en las protestas, usando la violencia y azuzando a los manifestantes para que lo hagan, sin importarle los sacrificios que eso acarrea, tanto para los protestantes como para la fuerza pública, subrayando que las Farc por su concepción totalitaria considera, a las personas como simples herramientas que se utilizan para buscar objetivos estratégicos, cuyo fin es la toma del poder, ya que el marxismo leninismo que siguen las Farc menosprecia y discrimina a los pobres, después de que le han servido como masa de maniobra.
Por lo tanto, las luchas sociales que se realizan en Colombia, nada tienen que ver con la parodia de La Habana, entre el gobierno y las Farc, ya que la política económica de Santos es la que ha llevado a esta situación, y los cabecillas de las Farc, pretenden colgarle las múltiples movilizaciones que hay en el país a los diálogos, para envalentonarse aun mas en la mesa, cosa que es absolutamente absurda, pues nada tienen que ver los pequeños y medianos empresarios del campo, de la minería y el transporte, que protestan, con los intereses abyectos de una agrupación criminal, que busca llevar a la población Colombiana a una esclavitud política.
El respaldo que han brindado algunos movimientos políticos legales, a los paros que actualmente se realizan en la Nación, se circunscriben dentro de una lógica democrática, ya que una agrupación política que este en la oposición y no haga causa común con las luchas sociales, se convierte en una secta. Por ello, debe haber un fuerte celo, en contra de bandas terroristas como las Farc, que desdibujan y obcecan las justas reclamaciones de los demandantes, que como en el caso del paro agrario que se realiza hace varios días, debe de ser pacifico y dialogante, para no permitir que intereses ajenos se apoderen del movimiento.
Las Farc por su adicción a la violencia, han buscado por estos días, incrementar sus acciones criminales, asesinando a 14 militares en Arauca, y durante los paros con sus milicianos, han promovido en algunos lugares el enfrentamiento con la policía, lo cual ha dejado decenas de heridos y un policía muerto en la vía que conduce de Zipaquira a Pacho. En esas circunstancias tan difíciles, se debe de expulsar por parte de los manifestantes pacíficos y legales, a esos terroristas de las Farc que los quieren coger de conejillos de indias, para experimentar con las necesidades de la población.
Bienvenida la protesta social que se debe desarrollar dentro de los cánones democráticos y autónomos, ya que las necesidades más sentidas de las gentes que pertenecen a esos ramos de la economía, no han sido satisfechas por el ejecutivo, y por ende, así como a la pobreza y al hambre no se les puede colocar color político, las luchas reivindicativas, no pueden ser patrimonio particular de ningún partido, mucho menos de grupos terroristas, que como sucedió el 9 de abril del presente año, mediante la amenaza y arriados como animales trajeron a Bogotá a miles de campesinos e indígenas, en donde las Farc con su Marcha Patriótica envilecieron a toda esa cantidad de personas humildes, que le sirvieron de instrumento político y publicitario.
Los intereses malsanos de los cabecillas de las Farc no se pueden yuxtaponer al lado de las aspiraciones reivindicativas de la población reclamante, ya que esta debe de ser lo suficientemente sobria y egregia, para no dejarse influenciar por la doctrina criminal marxista, que jamás ha respetado la dignidad de obreros y campesinos, sino que como en el caso de la narcoguerrilla, pretende influenciar a las buenas o a las males a sectores populares, para buscar un levantamiento generalizado, y así alcanzar una mejor tajada en las negociaciones de La Habana. Por ello, para evitar esa situación que sería nefasta para el futuro de la nación, al terrorismo de las Farc hay que marginarlo de la protesta social y ese cometido, lo deben hacer quienes luchan justamente por sus derechos.