ES LA ECONOMÍA, ESTÚPIDO

Puede que la frase haya perdido capacidad de impacto, a fuerza de oírse repetida. Pero no ha perdido validez. La economía es el punto neurálgico de una sociedad, que puede clamar por cosas que con más urgencia le falten, como a la nuestra. Son tantas las cosas que vienen mal en Colombia, que la gravísima situación económica que padecemos anda como relegada a un segundo inmerecido plano.

Mañana o cualquier día nos sacudiremos de esos agobios más apremiantes, como el de la inseguridad, para descubrir que este Gobierno dejó pasmar una economía que recibió dinámica y pujante. Repasemos ese cuadro de tristezas.

Lo primero que pregunta un analista, es por la marcha del PIB, que no es otra cosa que la suma de todo lo que la comunidad produce en un período dado. Pues de los 5 puntos largos que recibió Santos, logró que cayéramos al melancólico 2.8% del primer trimestre del año. Y las cosas van para peor. La industria, que debiera ser la que arrastrara todos los vagones, es un pesado armatoste que hace 18 meses cae, hasta el punto de su crecimiento negativo actual.

La agricultura y la ganadería vienen tan mal que por primera vez en años ha aumentado la pobreza del campo. Y es tan melancólico ese paisaje, que este lunes van a paro los que producen el café y el arroz y la leche y las papas y la carne y la panela. Para este segundo semestre, por empeño que ponga el DANE en maquillar la cifra, tendremos en cero o por debajo de la línea fatídica la producción agropecuaria.

La construcción es un desastre. El propio Santos reconoció que se ha pasado tres años arreglando la casa y que en el último año abrirá las licitaciones que prometió desde el primer día. Y la vivienda cae en todos los estratos, salvo la de interés social, impúdicamente inflada por el cálculo de las cien mil gratuitas prometidas, que apenas han empezado, pero que se dan por hechas en las estadísticas oficiales.

El comercio se desmorona, tanto como para que el prudente Director de FENALCO empiece a advertir su receso. Y quién lo creyera, la gran minería, ayer uno de los factores de la pujanza que vivíamos, está cayendo entre el 12 y el 15%. Las FARC son el único minero próspero, como que todos sus ingresos son ganancia.

El sector financiero hizo en estos años el papel de gran consolador. Pues las cosas se les han puesto más que feas a los hombres de finanzas. Porque no solamente reflejan en sus balances, como no puede ser de otro modo, la caída del llamado sector real, sino que se ha pegado uno de los porrazos más duros de los últimos años, con la depreciación de los TES. Eso significa, dicho sencillamente para el que no gusta de las disciplinas económicas, que el Gobierno está pagando mucho más por la deuda fabulosa que tiene representada en esos papeles, porque el mercado le ha perdido la confianza. Y a menor confianza de un deudor cualquiera, más duro le cobran. Y los malos vientos soplan desde afuera. Colombia se endeudaba hace poco al 2.8% y ahora tiene que pagar el 4.4% por sus bonos externos.

Sume el analista, y sume usted querido lector estos datos, y no le extrañará que el crecimiento económico se nos haya venido al piso, con estantería y todo.

Esa caída del PIB tiene inevitable reflejo en las cuentas fiscales. El Gobierno recibe menos impuestos cuando la economía se reduce. Hay menos impuesto a las ventas, porque caen las ventas, hay menos impuesto a la renta, porque ni los bancos están ganando y hay menos impuesto a las importaciones, porque también el sector externo entró en el desbarajuste general. En el último cálculo, comparados los recaudos con las cuentas de la propia DIAN, le faltaban once billones de pesos.

Los que si no le faltan son los gastos inevitables. Solo en pensiones, el Gobierno tendrá que girar un cheque de diez o de veinte billones adicionales a lo presupuestado, dependiendo de quién esté en el dato exacto, si el Presidente o su Ministro de Hacienda, que ni para eso andan de acuerdo.

Es la economía, estúpido. Pronto lo veremos.

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