Imaginario pacifista colombiano

Eso que escuchamos todos los días a cerca de la paz, de sus amigos y sus enemigos, de la necesidad imperiosa de hacerla porque esta es la última oportunidad, de que nuestro PIB aumentaría si la firmáramos, que el mundo nos está mirando, que viviríamos felices, es nada más y nada menos que el imaginario pacifista que hoy nos quieren vender, en oferta incluso. Todo lo anterior y el objetivo por conseguirla no son nada más y nada menos que el resumen perfecto del “Todo vale” con tal de conseguirla.

La muerte de militares y policías colombianos en los últimos tres años se convirtió en aquello que Michael Ignatief denomina “El Mal Menor”, no importan 311 vidas perdidas hasta hoy con tal de conseguir la paz. Importa aun menos la hoja de vida de quienes han apoyado “la paz”, vidas políticas donde la moral y las buenas costumbres brillan por su ausencia; no existe uno solo de los políticos que avalaron el Marco para la Paz que no esté intrínsecamente ligado a la corrupción, el despilfarro del erario público, a la eternización de su curul por métodos cuestionables. Nuestros pacifistas.

La paz en Colombia, políticamente significa comulgar con la muerte de quien está dentro de la Ley, ese que vigila que a quienes vivimos en las ciudades no nos ocurra nada, como perder la vida o algo así. Pero ¿qué es la paz? Es muerte, solo eso; la aceptación de la muerte y el caos para que quienes cometen actos terroristas puedan dejarnos en paz. Pero, si ya de hecho en Colombia paz es igual a muerte, entonces cabe la pregunta ¿Quiénes son nuestros pacifistas? Honorables congresistas, no exentos de polémica judicial y claro está, antiguos terroristas y terroristas en ejercicio.

El imaginario del pacifista colombiano se construye como tiene que ser, desde la idea de Macondo, si de Macondo, donde todo puede pasar, incluso que la paz solo sea posible cuando el Estado ha entregado vidas de soldados provenientes de familias humildes y campesinas de la propia Colombia. Este tipo de pacifista tiene una idea pre concebida de que la paz solo se logra con la entrega del sistema o, lo que es lo mismo con la entrega del Estado y las libertades, pues ese mismo Estado se convierte en terrorista cuando deja de lado su obligación constitucional de proteger la vida y honra de cada ciudadano.

Hoy Colombia vive la dictadura de la paz, esa del que Joseph Nye denominó Poder Blando, donde usted no podrá hablar de nada real, usted no podrá acusar los actos terroristas que sucedan ni las muertes de otros colombianos, so pena de ser declarado “enemigo de la paz” “Mano negra de extrema derecha” por aquellos pacifistas. El pacifista colombiano imagina un país en paz, pero lo que no dicen es ¿con que tipo de paz? Al paso que vamos yo diría que paz de los cementerios, pues las muertes no se reducen por cuenta de esos “señores” que ellos pretenden que perdonemos con un borrón y cuenta nueva. Y ellos nos harán el favor de otorgarnos la paz.

Pero existe un interrogante a todo este imaginario pacifista, yo me pregunto ¿por qué la paz? Y referenciando al Profesor Francisco Jiménez Bautista en libro La Paz Neutra encuentro la respuesta: “Porque la realidad en que vivimos constituye una sociedad dura, agresiva y violenta. En estos días (principios de 2008) la sociedad acaba siendo un conglomerado de individuos a la deriva, sin autoridades moralmente creíbles y sin referentes colectivos en los que echar el ancla y evitar el naufragio” visto así, pareciera que en Colombia habláramos de la sociedad, pero no, este párrafo en nuestro país corresponde a los pacifistas, pues son ellos los violentos y corruptos de antes y de hoy y sin duda del futuro.

Colombia está hoy atrapada en un círculo vicioso que se repite cada vez que un “pacifista” llega al poder, el gran desafío; derrotar esta dictadura pacifista falsa que discrimina y criminaliza a quien piensa que la paz sin justicia no es paz.

Share on facebook
Facebook
Share on google
Google+
Share on twitter
Twitter
Share on linkedin
LinkedIn

Buscar

Facebook

Ingresar