Hechos, no palabras

Basta con oír los rebuscados argumentos jurídicos del presidente del Consejo de Estado, para descubrir que el decreto que expidió el gobierno para nivelar los salarios de los congresistas, y de paso los de más de 3 mil servidores públicos, es un verdadero sancocho politiquero, apenas para satisfacer el apetito en tiempos preelectorales.

No tenemos por qué estar sorprendidos. El Consejo de Estado se pegó un tiro en el pié. Cuando tumbó la prima de vivienda de los congresistas, se llevó por delante el sueldo de la élite burocrática nacional que, según la norma, nadie, con excepción del Presidente de la República y los Embajadores, puede ganar más que un legislador.

Sabido es que los primeros perjudicados, además de los senadores y representantes, eran los propios consejeros de Estado. Corrieron a pedir de rodillas al gobierno que emitiera un decreto restituyendo la plata perdida a través de una nueva prima.

Y Santos, que no aguanta una envión, encendió su computador para redactar el texto del inmoral acto administrativo. Todos felices. Congresistas, magistrados, órganos de control, de francachela y comilona. Salvaron los 8 millones que casi pierden por culpa de un par de despistados.

El Congreso, ese mismo que la semana pasada trabajaba a media marcha, de repente empezó a cumplir con su deber. Ellos, senadores y representantes, saben que chantajear a Santos es más fácil que quitarle un pelo al gato del Capitolio. No iban a perder ese dineral así porque sí y menos faltando pocos meses para unas elecciones en las que el gobierno necesitará suplir su creciente impopularidad con los votos excrementales de la vieja clase política.

Régimen corrupto el nuestro. Mientras la madres sustitutas del Bienestar Familiar imploran que el gobierno atienda sus legítimas necesidades, el ministro de Hacienda corría a solucionar el problemita de los que más ganan. Se perdió la vergüenza. Nada de hacer arreglos con dos o tres legisladores; Santos se compró de un solo decretazo al congreso en pleno. Y como siempre, todo pasa y nada pasa porque como diría Bertolt Brecht, si el vaso no está limpio, lo que en él se sirva inmediatamente se corromperá.

Así los grandes medios no quieran o no se atrevan a denunciarlo, este es uno de los gobiernos más corruptos de la historia. El nepotismo vulgar se registra en todos los niveles. Novios, novias, cuñados, amantes, ex esposas, divinamente ubicados en la nómina oficial. Antes, la sociedad –con absoluta la razón- fustigaba a esos politicastros que cambiaban tejas, ladrillos, tuberías o bultos de cemento por votos. Santos rompió la marca: entrega la casa terminada y sin ponerse colorado le dice a su ministro de vivienda que haga muchos inmuebles más porque “vamos por los votos, Germán”.

Vienen las elecciones. El UCD tiene una lista ejemplar de candidatos al Congreso. Si el presidente Uribe se metió en esta batalla bajándose del pedestal que la historia le ha concedido es, precisamente, porque quiere jalonar una nueva clase dirigente, porque quiere dejar sembrada una semilla ideológica que le devuelva a la política la dignidad perdida.

Los uribistas de la base, decepcionados del estilo mañoso y de las triquiñuelas de Santos, esperamos de quienes van a ser nuestros representantes mensajes sencillos pero contundentes. Por eso, no estaría de más que la lista entera del UCD emita una comunicación diciendo que renunciará a la corrompida prima que Santos se ha inventado para comprar la conciencia del legislador.

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