Los Imperdonables

Hoy que he cumplido un año en prisión, creo propicio contarles la siguiente historia:

Mya Victoria, es una bebé que el 10 de Octubre de 2012 tenía un añito de edad. Se encontraba en Bogotá – Colombia. Sin poder entender lo que sucedía. A las cinco de la tarde de ese día se quedó sin la protección de su padre, pues este, fue deportado por el gobierno de Colombia a Ecuador. El delito de su progenitor (Fernando Balda) que provocara tal acción por parte de la cancillería, es ser un férreo opositor del gobierno del Presidente de Ecuador Rafael Correa quien lo requería en Ecuador para encarcelarlo por las denuncias sobre corrupción gubernamental que éste ha realizado y que Correa, califica como atentado contra la seguridad interna del Estado. Pero algo más escondía la tramoya de esta inusual deportación. Balda, había sido secuestrado en Bogotá y tras su rescate por parte de la Policía, la Fiscalía descubrió que el crimen fue orquestado desde Ecuador y ejecutado por agentes de inteligencia de ese país. Es así que; fuerzas oscuras decidieron que la permanencia de Balda en Colombia significaba un riesgo para quienes ejecutaron y encubrieron el secuestro. Pasaron los días y, un mes después de vivir escondidos con el terror de no contar con protección gubernamental a pesar que su padre -un personaje público y Asambleísta Nacional (A) del Ecuador había sufrido dos intentos de secuestro y sin tener los recursos necesarios para su subsistencia ya que la cabeza de familia se encontraba encarcelada en un calabozo de una cárcel de Quito gracias a la diligencia del gobierno colombiano; Mya Victoria, junto con su madre, sus tres hermanitos menores de edad y su abuela fueron también expulsados y deportados al Ecuador por la cancillería a través de la Unidad Administrativa Especial Migración Colombia, poniendo así, broche de oro a la persecución contra el político ecuatoriano en un claro acto de congratulación total con el gobierno de Correa. Detrás de los entretelones de persecución, exilio, secuestro, deportación, encarcelamiento, injustas condenas, criminalidad policial y gubernamental padecidos por Balda; existió otro hecho que no tiene presentación, el cometimiento de una aberración jurídica y administrativa contra los Derechos Humanos; Mya Victoria, esa hermosa bebé, -hoy de dos añitos de edad-, a diferencia de sus hermanitos, es ciudadana colombiana, sí; concebida y nacida en Colombia, país del cual fue expulsada de forma ilegal e inhumana, desprotegida y desterrada por el gobierno del Presidente Juan Manuel Santos, a la suerte de exponerla al peligro en el mismo territorio donde se encuentran empoderados aquellos que cometieron un crimen de Estado contra su padre. Los autores de este reprochable atentado contra una bebé y su familia no tuvieron en cuenta que existen un mínimo de derechos inviolables e inalterables que, el Estado así como el resto de la colectividad deben respetar. En aquel momento, aquella colombianita inocente de toda situación política o de odios, contra su opositor padre y, a quien se le juzgó considerándosele como único pecado ser hija de un perseguido político; no tenía, conforme al derecho internacional, la posibilidad de adquirir la nacionalidad de sus progenitores ecuatorianos, pues en la condición de exiliado, perseguido, la situación de grave peligro y el estado de necesidad en que se encontraba su padre, lo imposibilitaba de realizar tramite público alguno en su país de origen, a la vez que, prevalece sobre la integridad jurídica de Mya Victoria, su derecho de ciudadanía en su tierra natal -el ius soli-. Es así que, algún día deberé articular con sabiduría la forma de explicarle a mi hija cuando tenga uso de razón, como fue que siendo ciudadana colombiana, el gobierno de Juan Manuel Santos, decidió embarcarla a ella en el mismo avión del odio, la persecución y el favor a sus criminales aliados. Este artículo no lo escribo como político sino, como padre; hay cosas que no se deben callar; el gobierno de Santos sobrepasó los límites de la infamia, no tuvo escrúpulos, moral, ni remordimiento y entró en el terreno de lo condenable. De manera osada Santos, también me ha prohibido la entrada al territorio Colombiano por cinco años, hay mucho que encubrir tras mi secuestro y deportación y no les conviene mi pronto regreso. Pero ni él, ni su Cancillería tienen calidad moral para emitir tal disposición; Santos y los miembros de su abyecta diplomacia no son los dueños del país y ya no representan a la mayoría de los colombianos así lo pretendan. Por lo actuado, estos cómplices del gobierno del dictador ecuatoriano, merecen ser mirados a los ojos, para imputarles frente a frente sus inhumanas acciones a la par de la búsqueda de justicia. Cuando termine la injusta condena de dos años de prisión que me mantiene cautivo, con la venia de mis soberanos hermanos colombianos regresaré a Colombia para reforzar impedir el encubrimiento y la impunidad del secuestro y del atropello a los Derechos Humanos de mi familia en donde hay una lista de responsables que deberán responder ante la justicia y organismos internacionales. Mis abogados se encuentran en esa misión, conozcan de quienes se tratan; los funcionarios que ejecutaron las deportaciones son: Henry Corredor Hernández, Director de Migración Regional Andina; José Arbeiro Espita Ariza, coordinador Grupo de Verificaciones Migratorias; Juan Carlos Clavijo, oficial de Migración y la Canciller María Ángela Holguín como máxima autoridad de Relaciones Exteriores e inexcusablemente el Presidente de la Nación, aquel que hoy todos conocen como el traidor. Todos ellos olvidaron que existen derechos fundamentales y esenciales que son inherentes a los seres humanos, sin excepción y, que, en este caso fueron transgredidos por funcionarios y servidores del Estado colombiano. Ellos son la excepción que ha hecho quedar en mal precedente a la diplomacia que representa al noble pueblo colombiano, han mostrado el rostro réprobo de la injusticia en su máxima expresión expulsando de su propia nación a la inocencia en carne y hueso; los ojos de Mya Victoria no guardan rencor, nunca lo harán, brillan con única hermosura descubriendo la vida entre abundante amor y siempre sabrá que cuenta con el cariño demostrado por sus compatriotas colombianos en su querida tierra natal, que condenan esta historia indignados y deseosos de ver que se haga justicia. Aquellos que cometieron el deleznable acto han quedado marcados a criterio de quienes se han solidarizado con nuestra familia, como: "los imperdonables". Y aunque así sea, en lo personal, suficiente es para mí con que no haya olvido, para que este tipo de injusticias no se repitan, pues si esto han hecho con quienes luchamos por que se escuche nuestra voz, me aterra pensar cómo será con los más débiles.

Fernando Balda
Ex Asambleísta Nacional del Ecuador (A).
Secuestrado y, preso político del gobierno de Rafael Correa.
Twitter: @fernandob

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