¡ASI NO!

Para cualquier ciudadano de un país medianamente democrático es una catástrofe lo que en esta compaña política ocurre en Colombia. La ausencia de ética y moralidad administrativa –más conocida como mermelada- que se observa por parte de medios de comunicación y gobierno es algo que antes no habíamos visto en Colombia –o, por lo menos no mi generación- no tengo antecedentes de nada similar en la política colombiana. La pasividad de los medios de comunicación ante este caso de corrupción al más alto nivel es no solo abominable, si no deleznable.

Los colombianos desafortunadamente ya no somos los receptores de la noticia, no, ahora somos las víctimas de la opinión política subjetiva de los comunicadores. Esta campaña sin duda corrompió no solo a los políticos, también a los medios de comunicación, sobre todo a los de circulación nacional y que tienen el monopolio de la información. De lo que ocurre hoy no tengo dudas que ya no habrá vuelta atrás cuando el respeto aún se veía en el opositor y en los comunicadores.

Sin duda el respeto de perdió y la decencia se rompió. No hay que ser vidente para darse cuenta que son los diálogos de La Habana los culpables de esta pérdida de moral administrativa en los políticos y ética en los comunicadores. Esta campaña traerá consecuencias, sin duda, debemos prepararnos para un futuro político violento, hostil, agresivo en su esencia, aquella tan cacareada negatividad de la polarización será pan nuestro de cada día. Una vez entrados en este mundillo polarizado y agresivo debemos los colombianos tomar consciencia de que los valores políticos y periodísticos se perdieron en nuestra democracia ¿Qué nos queda? Una sensación de país europeo en el peor de los sentidos.

Ya sumidos en esta idea que más produce asco que otra cosa, nos será por lo menos positivo saber quién es quién, lo que apoya y lo que se juega. Si algo han traído estos últimos diálogos de paz es que el país político y periodístico ha quedado retratado, sea que el resultado de La Habana sea positivo o negativo ya todos hemos quedado retratados. Ese retrato será de cierta forma el fin de la historia –pero no la de Fukuyama- me refiero a una historia de respeto por el contrincante, respeto por que opina diferente y respeto hacia algunos comunicadores y algunos medios.

La rectificación del dia de ayer (27 de enero de 2014) por parte del periódico El Tiempo a cerca de la presencia del candidato al Senado Álvaro Uribe en Bucaramanga es la muestra fehaciente de la hostilidad que hoy manejan los medios de comunicación, la pregunta es ¿Quién está detrás de la crisis ética de los medios nacionales en Colombia? Habría que recordarle a los medios y a quienes los manejan que el Derecho a la Información y el Derecho de Informar son DDHH y que al mismo tiempo son de retroalimentación, de los medios lo mínimo que esperamos los receptores es una información imparcial y objetiva. No pedimos la opinión del comunicador.

Perdido el respeto, perdido todo. Y Colombia gracias a la corruptela denominada mermelada ya lo ha perdido todo.

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