Eco, no sé si se desbordó la taza

No sé si se desbordó la taza, si el río se salió de madre, si la copa se llenó: si sé, con certeza, que Judas Mamerto Santos, clavó dos picas en Flandes durante los días finales del mes del año que el cínico muisca calcula será el inicio de su segundo gobierno.

Pensándolo mejor, considero que J.M.S. gracias a la incalculable soberbia que carga, no clavó pica alguna, sino que dio papaya; más de la acostumbrada.

Decir, como lo dijo, en España, que suspira por ver a las cabezas de las Farc sentadas, frente a su sangre, fuego y secuestros y financiadas con el narcotráfico, curules, es una desafiante estupidez: cierta o falsa.


Eso no se dice, chichero venido a más.

Necesito hacer una aclaración: no intento, no deseo faltarle al debido respeto al señor presidente de Colombia.

La ira me la causa Juan Manuel Santos Calderón, quien desde que destapo sus intenciones declarando que Chávez era su nuevo mejor amigo, se ha dedicado a faltarnos al respeto incluyéndonos en la recua imbécil, mamertiana, que el intenta formar, dirigir, manipular: es a ese personaje al que me dirijo ; al que tiró por la borda la Banda Presidencial y todos los honores que ella significa e implica. Me quiero imaginar que también aventó la cedula de ciudadanía: con la de Venezuela tiene de sobra para identificarse.

El otro papayazo fue invitar a manteles a reconocidos, por insufribles, mamertos colombianos, liderados, encabezados, por la agresiva Piedad, al tiempo que por encima de penas y de leyes aplicadas y vigentes, el socio venezolano liberó  y transportó al asesino, al guerrillero de la guitarra.

En cuanto a Piedad, algo resultó mal pues ella salió del Palacio de Nariño diciendo que disolvería su grupo político. Tal vez estaba dura la carne… o poca la mermelada.

Nadie es tan impredecible como un cínico: cualquier camino que tome le da igual.

Del periplo preelectoral por Europa saldrán mociones de aplauso y de apoyo por la paz que se está logrando en Cuba para Colombia gracias a Ecuador y a la voraz Nicaragua y a Evolivia y a Cristina, con una salvedad: en Europa no saben ni les interesa saber dónde están ubicados los paisitos citados y, si van a caer en las garras de los comuñangas, les importan sendos carajos.  La ignorancia es contagiosa: olvidé a Chavezuela.

Por fortuna para Colombia, está brillando en el horizonte una luz intensa de esperanza: una llave de oposición conformada por dos víctimas, por dos burlados que fueron por la guerrilla. Los doctores Uribe y Pastrana, dos polos opuestos pero unidos por la decencia. Por el deseo de borrar del mapa de Colombia, barriéndolo, a farcos y a elenos.

Si el Partido Liberal, el grande, el de los Lleras, de Don Alfonso López, de Gaitán, de Galán, existiera, digamos que sería válida la queja suya por el golpe que le significan Uribe y Pastrana y sus millones, si señor millones, de seguidores, unidos, juntos, pero que Samper, el segundo peor después de Santos, los critique y ose tildarlos de enemigos de la paz, es de una pobreza, de una ridiculez, de un cinismo, de una total falta de respeto  a una colectividad y a un país.

Uribe y Pastrana vieron el derrame de la copa. Son tan berracos que arreglan el daño.

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