¿Es usted un alcalde destituido?

“La justicia además de ciega es sorda, tartamuda y apaleada”

Si usted fue elegido alcalde debe estar preparado para afrontar toda clase de situaciones. Tenga, pues, a la mano las siguientes instrucciones en caso de que lo sancione la Procuraduría y úselas sin vacilar:

1.- Al instante declárese víctima.

2- Si la prensa no lo ha favorecido y quien lo sanciona despierta celos políticos, agítelos, que ellos se encargarán de organizarse y embestirlo todos a una, como Fuenteovejuna. Y si por casualidad, los enemigos de “su verdugo” son altos voceros del Estado, no se preocupe, sígalos agitando, que con seguridad van a prevalecer los celos al interés de la estabilidad institucional. Ellos creen que pueden tirar del mantel ahora y pegar los platos rotos después.

3- Escoja un buen tema y afirme que lo persiguen por defenderlo. Por amigo del pueblo, por partidario de la paz, defensor de derechos humanos o por cualquiera parecido. Jamás mencione asuntos administrativos ni se le ocurra hablar de las calles destrozadas, subidas de impuestos, malos servicios públicos, pésima gestión. Nada de eso. De basuras ni pensarlo.

4.- Utilice todos los recursos jurídicos aunque no crea que prosperen. Demoran el proceso y día pasado es día ganado.

5.- Entutele. Es otro excelente recurso. Utilícelo al máximo.

Masifique las tutelas. Es muy sencillo. Puede producirlas en serie. Pídale a sus allegados que presenten tutelas a montón. Inclusive pueden redactarse unos pocos modelos, de manera que baste firmarlos y queden listos para iniciar cada uno su camino procesal. Es una avalancha que la administración de justicia no es capaz de digerir.

6.- Confíe en que en algún despacho judicial haya parientes de alguno de sus empleados.

7.-  Invoque todas las instancias internacionales que se le ocurra. Se sentirán felices de entrometerse en asuntos internos de Colombia. Es un buen pretexto mediático y además, de ñapa, obtendrá el respaldo de los países del socialismo del siglo XXI y con algo de suerte sobrenatural, Hugo Chávez se comunicará con usted.

8.- Convoque reuniones populares, organícelas, pida ayuda a la marcha patriótica, y asegúrese de que nadie investigue de donde salen esas multitudes para que no resulten parientes de jueces, empleados y contratistas. Sea constante en las convocatorias, de preferencia frente a su despacho. Manténgalas. Son otro buen pretexto mediático.

9.- Acuse a quien lo sanciona y atribúyale toda clase de motivos menos los que ocasionaron la sanción. Si es creyente acúselo de ir a misa. Si no es creyente, descalifíquelo por ateo.

10.-Asegúrese  de gritar a los cuatro vientos, que la sanción es un impedimento para la paz en  Colombia. Y si su voz tiene eco en la Habana, ¡BINGO! Nadie le va a pedir a esos defensores de oficio que expliquen y justifiquen el tema de las basuras, las volquetas viejas, el daño al medio ambiente. Lo máximo que puede pasar, si usted permanece en el cargo, es que le pidan participación política, e imagínese la dicha de cogobernar con esos pares. Bien dicen que la política hace extraños compañeros de viaje.

11.- Todos los días  insista en que a los funcionarios elegidos no los pueden sancionar los no elegidos. Así garantizará la inmunidad de presidente, senadores, gobernadores, representantes, diputados, concejales, ediles y, por supuesto, alcaldes.

Y ahora, tranquilo. La sanción se ahoga en medio de la confusión que se arma. Los casos anteriores quedan saneados. Los futuros ni siquiera se iniciarán. La justicia seguirá siendo ciega pero además, sorda, tartamuda y apaleada.

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