VACIAR CÁRCELES Y CEREBROS

“Para todo problema humano siempre hay una solución fácil, clara plausible y equivocada” Henry Louis Mencken.

Quién iba a pensar que después de miles de años intentando encontrar fórmulas inteligentes para resolver los problemas, este gobierno tenía la fórmula mágica para solucionarlos. Quién iba a pensar que fuimos tan torpes y durante tiempo, empecinándonos en las causas y no en los síntomas para hallar la respuesta definitiva a los males que nos aquejan.

¿Por qué nadie nos había dicho que la solución para el hacinamiento carcelario era, con toda razón, sacar a los delincuentes de ellas? La solución estaba allí, en frente de nosotros. El Gobierno debería patentar esa genialidad, antes de que los chinos copien la fórmula, y con esa plata puede regalar millones de casas, acabar de enmermelar a congresistas y medios de comunicación, si es que no ha terminado, e indemnizar a guerrilla por todo el mal que los colombianos decentes les hemos ocasionado.

¿Se imaginan la cantidad de aplicaciones en otros campos que puede tener esta genialidad?

En medicina, si un paciente tiene presión alta, pues entonces sáquele la mitad de la sangre para que se acabe el problema, que parece ser la fórmula que se está aplicando para resolver los problemas de congestión vial.

En educación, si no hay cupos escolares porque no hay colegios suficientes, para qué botamos plata haciendo unos nuevos y preparando profesores si al igual que el hacinamiento carcelario, lo mejor para evitarlo es mandar a los delincuentes para sus hogares con la fórmula mágica de casa por cárcel, o país por cárcel como quieran. ¿Si la casa va a reemplazar las cárceles, por qué no a los colegios? ¿Cómo es que no nos habíamos dado cuenta antes?

Y si los hospitales están desbordados, porque no hay suficientes y tampoco hay cómo construir más ni mejorar las condiciones y los sueldos de los médicos, pues facilísimo, devuelvan a los enfermos para las casas. ¿Si la casa y la calle van a sustituir a las cárceles, por qué no a los colegios? ¿Cómo es que no nos habíamos dado cuenta antes?

Y si no hay fuerza pública suficiente para garantizarles la seguridad a los ciudadanos, que tienen la mala costumbre de salir de sus casas a trabajar, adquirir cosas, crear negocios o sembrar la tierra, ¿qué estamos esperando para declarar a la casa, además de cárcel, hospital y escuela, como sitio de trabajo? Y por ahí derecho no necesitamos transporte público, ni gastarnos el presupuesto en vías, por la mala costumbre de la gente de no encerrarse en sus hogares.

Pero pensándolo bien, he sido injusto con el Gobierno dándole el crédito de la genialidad para resolver los problemas, eliminando los síntomas y no las causas. El inventor es realmente el Consejo de Estado, que acaba de declarar que son los policías y no la guerrilla, los culpables de que mueran colombianos en nuestras ciudades por atentados terroristas y explosiones, por tener el descaro de estar en los municipios. La solución estaba ahí y no las habíamos visto. Saquen a los “malditos” policías de la ciudad para que exploten bien lejos cuando los bombardee la guerrilla y no corra sangre de civiles.

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