Venezuela, contra el hampa

No obstante la consternación que produjo el crimen de Mónica Spear y su esposo, no tuvo lugar el esperado y necesario cambio en la estrategia contra la inseguridad en este país.

Ciertos episodios específicos provocan amplias consecuencias generales, como el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria y su esposa, que hace cien años desató la I Guerra Mundial. Se pensó que el crimen de la exreina nacional de belleza Mónica Spear podría significar en Venezuela un punto de inflexión en el grave problema de la inseguridad. Pero hasta ahora, aparte de un inusual contacto entre el Gobierno y la oposición y el cambio de algunos ministros, no ha respondido al dolor, la sorpresa y la expectativa general de la población.

Mónica Spear, nacida en Maracaibo en 1984, fue Miss Venezuela en el 2004 y cuarta finalista en Miss Mundo un año después. Renombrada actriz, grabó en Colombia una de sus telenovelas, Flor salvaje. En diciembre del 2013, Mónica, su esposo, el empresario británico Henry Thomas Berry, y su hija de 5 años, Maya, viajaron de EE. UU. a Venezuela con el fin de recorrer el país en carro. Regresaban el lunes pasado a Caracas cuando, aprovechando un percance del vehículo, una banda de delincuentes los asaltó y abaleó. Murieron ella y el marido y resultó herida la hija. Por tratarse de alguien famoso y querido, el crimen encendió todas las alarmas.

El Gobierno anunció que investigaría “a fondo” el asesinato, y el presidente Nicolás Maduro convocó a los gobernadores de los 23 estados a una reunión sin precedentes. Uno de los gobernadores es el jefe de la oposición, Henrique Capriles, quien propuso a Maduro que dejaran de lado sus diferencias y se unieran en un solo bloque contra el crimen.

Cuanto se diga sobre el imperio de la delincuencia en Venezuela es poco. Desde el 2003, la Policía Científica no publica cifras oficiales de crímenes, pero los cálculos de otra entidad oficial muestran que el número de asesinatos subió de 11.000 en el 2002 a 24.700 en el 2013. Aparte del abaleo de la exreina y su familia, en lo que va de enero un profesor universitario y su madre fueron apuñalados en Caracas, un adolescente y una mujer de 49 años murieron en intercambios de tiros entre pandillas y a 100 kilómetros de la capital los hampones fusilaron a siete jóvenes. La sensación es de desbordamiento total. Se teme que el asunto se les salió de las manos a las autoridades, y que el hampa tiene a los ciudadanos en “estado de sitio” no decretado. La vida cotidiana ha cambiado por la violencia. Hace años se suprimieron las funciones de cine de las nueve de la noche, pocos transitan en las ciudades después de las siete y en los barrios los habitantes se guardan a las cinco por miedo a las bandas que controlan las zonas.

Las grandes esperanzas que provocó la reunión de Maduro con otros sectores políticos no correspondieron, empero, a lo que se consiguió en ella, al menos por ahora. El encuentro fue un monólogo del Presidente, donde participaron poco los gobernadores, y lo que anunció Maduro fue un relanzamiento de “misiones”, operativos herederos de una larga cadena de iniciativas que han rendido pocos frutos. No se habló de implementar y aplicar leyes ya existentes, como la de desarme o la de Policía Nacional, ni, sobre todo, se planteó el gran plan de choque nacional que todos aguardaban.

El hecho de que las autoridades anunciaran la captura de la banda que asesinó a la exreina es buena noticia, pero, al mismo tiempo, muestra que la justicia solo es expedita y eficiente cuando necesita producir un impacto en la opinión pública. La mayoría de los crímenes se pierde en la impunidad. Es hora de una acción más firme y general contra el hampa.

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