Ciego e imbécil

José  Antonio Aguirre comentaría, con respecto al Por qué se perdió la guerra, un espectacular libro de Carlos Rojas sobre la Guerra Civil Española, que “el frío egoísmo de las cancillerías condenó a muerte a quienes entonces eran los únicos que estaban defendiendo los ideales democráticos”.

Por estos días, me encontré con una columna de jms Chamberlain Kerensky, donde planteaba la difícil situación que se presentaría con respecto al posible referendo de Hugo Chávez, el primero: “Semejante ceguera o imbecilidad puede resultar cómplice de una catástrofe política de enormes magnitudes”.

Lo que yo vi, como diría Hernán Peláez, el pasado 18 fue el resultado de esa catástrofe política a la que se refería jms, en ese entonces. El 18F, la cita era a las 19:00 horas al frente de la Embajada de Venezuela, en Bogotá. Yo, la verdad pensé que iba ser el único gato. Cuál no sería mi sorpresa cuando de la nada aparecieron cerca de 500 jóvenes. ¡Qué raza tan linda! ¡Qué mujeres tan bellas!

De pronto, una hermosa joven se me acercó, me tomó de la mano y nos dirigimos, con temor, al muro de la embajada a gritarle en las barbas del arrogante embajador, quien había sido entrevistado en Blu Radio por la mañana, a todo pulmón: “Y no, Y no, Y no me da la gana, una dictadura como la cubana”.

Desde entonces, no duermo.  No duermo, pensando en la imagen de la joven. No duermo, pensando en la imagen de esos valientes quienes deberían recibir toda nuestra solidaridad.

¡Ah! mujeres tan valientes, Corina Machado y Lilian Tintorio. La señora canciller, Madame Holguín Bovary debería contar, por lo menos, con la solidaridad de género respectiva hacia esas valientes señoras, pero ella prefiere hablar de Ucrania que está bien lejos. Ni una sola palabra de solidaridad hacia el bravo pueblo venezolano.

¿Por qué guardan semejante silencio cómplice frente a lo que está sucediendo en Venezuela? Porque si se cae Venezuela se caerán los demás como un dominó.

La gente se cansó del comunismo. En Bucarest tumbaron la estatua de Lenin con una rabia al igual que en Kiev. De la misma manera, como los polacos comenzaron su lucha contra el régimen opresor de Jaruselski, aquel dictador comunista quien también cayó. Ahora, le tocó el turno a los déspotas comunistas de Latinoamérica.

Y, en esa tarea, la historia le tendrá guardado un lugar de privilegio a quienes se ubicaron en el lado correcto de la misma. Cuando Leopoldo López y su hermosa señora les piden a los colombianos que no los dejen solos, jms y su pusilánime canciller se hacen los ciegos o los imbéciles. Después, no se quejen.

Puntilla. ¿Y de cuándo para acá, jms conversa con Fernando Botero por correo electrónico? “Y no, Y no, Y no me da la gana, una dictadura como la cubana…”.

Miembro de la Corporación Pensamiento Siglo XXI

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